Cuando de Ciencia cubana se haba, hay nombres imposibles de soslayar. Tal es el caso del eminente botánico y revolucionario Juan Tomás Roig, a quien recordamos hoy por el aniversario 147 de su natalicio.
Desde muy niño Roig fue aprendiz de tabaquero en Santiago de las Vegas, su tierra natal. A los 16 años partió a Cayo Hueso, y allí se vinculó al Partido Revolucionario Cubano que había creado José Martí. A su regreso retornó a la tabaquería y poco después asistió a un curso de maestros de inglés en la Universidad de Harvard. Más tarde obtuvo el título de doctor en Farmacia y Perito Agrónomo en la Universidad de La Habana.
Juan Tomás Roig se graduó de doctor en Ciencias Naturales en 1912. Su mayor trabajo investigativo lo realizó en la Estación Experimental Agronómica de Santiago de las Vegas. Desde allí inició sus exploraciones sobre la variedad cubana de tabaco Havanensis.
El eminente botánico clasificó decenas de ejemplares de plantas maderables y medicinales endémicas, estudió la aclimatación de muchas de ellas, y trabajó para industrializar productos farmacéuticos y crear una verdadera industria químico-farmacéutica en la isla.
Juan Tomás Roig representó a su país en numerosos eventos internacionales de Botánica, Farmacia y Ciencias Naturales, y se anticipó en sus sueños y obra a la proyección del comandante Fidel Castro de convertir a Cuba en una nación de hombres de ciencia.
Reconocido por instituciones nacionales y extranjeras, este pionero de la biotecnología cubana recibió distinciones como la de Socio de Mérito de la Sociedad Cubana de Botánica, Comendador del Mérito Agrícola e Industrial de Cuba, y el título de Ingeniero Agrónomo Honoris Causa por la Universidad de La Habana.
Juan Tomás Roig vivió 93 años. Falleció en 1971 y, en cumplimiento de su voluntad, junto a su sepultura fue sembrado un guaicán, árbol que él había estudiado detenidamente. «Quiero vivir en la belleza de su tronco, de sus ramas y de sus flores», había dicho.
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