Unas horas antes de que el Cubadisco revelara, este miércoles, cuáles serían los premios correspondientes a su edición de 2024, conversamos con la reconocida cantante María Victoria Rodríguez Sosa. Podríamos pensar que sería difícil dar con ella, en medio de esta fiesta internacional que se vive en la Isla por estos días, y en la que ella es una de las protagonistas.
Podría suponerse que esta mujer, dueña de una voz estupenda y una fuerza que enamora al público, anduviera demasiado atareada como para dar entrevistas. Y sí, ocupada estaba. De hecho, ofreció el espacio para conversar con Granma después de un ensayo para una de las actuaciones del apretado programa del evento.
Las presentaciones y los guateques, algunos fuera de La Habana, han contado con su presencia; sin embargo, presta a no responder con negativas, María Victoria nos entregó estas palabras, a pocas horas de merecer el Premio Cubadisco, en la categoría de la Tradición Sonera, por el cd Que hablen si van a hablar, compuesto por temas de su autoría –algo que estaba tardando, puesto que es una excelente compositora– y producido por José Manuel García, de Bis Music, con quien le apasiona trabajar.
No tuvo noción de que defendería eternamente la música campesina, «hasta que comencé a hacerla profesionalmente, con 18 años. Ahí fue que entendí que había sido mi escuela y que de esa fuente bebí el amor, el sentimiento, la pasión, y toda la cubanía que hoy desbordo por mi garganta.
«Siempre digo que cada género tiene su público, y la música campesina tiene una audiencia importante. Me lo demuestran en cada lugar que voy y veo cómo se disfruta. Todo lo que das con amor, respeto y dignidad, yo estoy segura de que así lo recibe el que lo escucha».
En su inmenso talento hay espacio para otros géneros musicales. «He trabajado el son, el bolero, la canción, la balada, he fusionado en la rumba y en el jazz, y todos los interpreto con pasión. Lo que me pasa con la música guajira es que son mis sentimientos. En ella está el amor maternal, pues mi madre, Merceditas Sosa, junto con mi abuelo Felo Sosa, que era canario y vino con nueve años, con un laúd, junto a mis tíos, me enseñaron todo lo que sé de la música campesina y cubana».
Hablamos de premios, y de su significado: «No te voy a negar que los premios se agradecen, es un reconocimiento a tu trabajo. Pero, realmente, el premio más grande para mí es el cariño que me profesa mi gente, el mismo que le profeso cada día yo. Y me siento bendecida por ser querida en mi propia tierra, de verdad».
La Reina de la Música Campesina, nuestra Celina, quiso «entregarle» su legado. «Es la segunda vez que Cubadisco tiene esta deferencia con la música campesina, y me hace muy feliz que ya no se vea tan minimizada, que la sientan tan querida y respetada como cualquier otro género.
Cuando mi querida reina, Celina González, depositó toda su confianza y su legado en mí, me dio mucho miedo. No sabía cómo el público iba a recibir sus obras, ya populares en Cuba, y en gran parte del mundo, en mi voz. No quería parecerme cantando a Celina, ni nada por el estilo, quería tener, como toda cantante, mi propia identidad, aunque cantara sus canciones, pero también tengo que confesar que el público fue muy generoso conmigo, y me acogió.
«Eso me dio mucha fuerza para seguir defendiendo el género, a pesar de mi juventud, en aquellos tiempos, en que había tanta música foránea, que yo podía haber hecho y no la hice. Eran tiempos difíciles en que no muchos apostaban por este género. Y bueno, ya para mí era un compromiso, tanto con mi madre como con Celina, y seguí adelante.
«Hay muchos artistas que ya se suman a hacer música campesina. Hay una fuerte juventud en la Casa de la Décima, de Mayabeque, dirigida por el maestro Lázaro Palenzuela, donde yo tengo la sede de Mis raíces, que se desarrolla todos los años, del 14 al 18 de marzo, en Güines. Allí aporto todo lo que me enseñaron, pues no quiero llevarme nada».
Tomado de RHC
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