El auditorio, estremecido de emoción, escuchó al final del discurso aquella descripción del tormentoso paisaje que el Maestro contempló cuando se dirigía al lugar, donde “en lo alto de las nubes desgarradas, un pino desafiando la tempestad, erguía entero su copa”, y agregó: “Rompió de pronto el sol sobre un claro del bosque, y allí al centelleo de la luz súbita, vi por sobre la yerba amarillenta erguirse, en torno al tronco negro de los pinos caídos, los racimos gozosos de los pinos nuevos: ¡Eso somos nosotros: pinos nuevos!”.
La frase surgió en el Liceo de Tampa donde el apóstol de Cuba acudió el 27 de noviembre de 1891 a rendir tributo a los ocho estudiantes de Medicina asesinados por el colonialismo español.
Con su palabra vibrante, con sus reflexiones acerca del vil crimen, Martí convierte el acto de homenaje en un compromiso de las jóvenes generaciones de cubanos de luchar por la liberación de su patria oprimida, y honrar así dignamente a los caídos.
Con la metáfora de pinos nuevos Martí se dirige a un público de amplia gama de edades, que largamente desborda la sala del acto en que habla: lo hace, en realidad, para la totalidad de compatriotas que debían sumarse a la lucha o ya se contaban en ella.
En una de sus frases el Apóstol señaló: “No siento hoy como ayer romper coléricas al pie de esta tribuna, coléricas y dolorosas, las olas de la mar que trae de nuestra tierra la agonía y la ira, ni es llanto lo que oigo, ni manos suplicantes las que veo, ni cabezas caídas las que escuchan, -¡sino cabezas altas! Y afuera de esas puertas repletas, viene la ola de un pueblo que marcha. ¡Así el sol, después de la sombra de la noche, levanta por el horizonte puro su copa de oro!”
Y se agregó en la parte final de la proclama: “¡Lloren con nosotros todos los que sientan! ¡Sufran con nosotros todos los que amén! ¡Póstrense de hinojos en la tierra, tiemblen de remordimiento, giman de pavor todos los que en aquel tremendo día ayudaron a matar!”.
La juventud cubana, junto a su pueblo, viene de una tradición ejemplar con grandes héroes, que consagraron su vida por la libertad definitiva, « ¡Eso somos nosotros: pinos nuevos!».
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