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El Indio Naborí trasciende a su tiempo

Publicación: 5 Oct, 2024

Hoy “No voy a hablarles de un hombre común”, como dijo Silvio Rodríguez cuando versa sobre un “Elegido”. Hablaremos de Jesús Orta Ruiz, quien llegó a la vida un día como hoy, para ser recordado más de cien años después como “El indio Naborí”.

Su natal Guanabacoa es testigo, apenas siete años de edad y ya rimaba versos de ocho sílabas. Probablemente aquellos del Cucalambé que su madre le cantaba para dormirlo, o las tonadas de su padre mientras laboreaba en el pastoreo. 

Les hablo de un hombre que, de adolescente, demostró su grandeza como poeta repentista: Cuentan que él cuando tenía solo 13 años asistió a un teatro de Guanabacoa: allí debían dos poetas “enfrentarse en controversia” y uno de ellos no se presentó. Quienes conocían de su vocación comenzaron a aclamarlo para que subiera al escenario y así lo hizo. Su contrincante dijo que no podía cantar junto a un niño con apariencia y vestimenta de pobre.

El niño, prodigio de la décima, asistía al debut que lo consagró, al cantar su respuesta:

 “Viste tú seda y encaje, / y dril cien, y casimir, / que a mí me gusta vestir / la etiqueta del lenguaje. / De mi calzado y mi traje / te burlas, porque no has visto / que más pobre murió Cristo / con un clavo en cada palma. / ¿Acaso me viste el alma / para saber cómo visto?

Mi “Elegido” apenas tuvo escuela, porque fue pastor de ovejas, zapatero, dependiente de comercio y ayudante de albañil, pero nunca cejó en el empeño de estudiar; y acaso lo hizo en las noches, con libros que le regalaba un buen amigo del pueblo: Orta Ruiz aprendió la magia de las palabras leyendo a José Martí, Juan Cristóbal Nápoles Fajardo, y a Federico García Lorca…

Estamos hablando del poeta que vio a Nemesia, la de la Ciénaga, cuando acababa de perder a su madre y sus hermanos tras los bombardeos yanquis por Girón en 1961: y la inmortalizó con “Elegía a unos zapaticos blancos”…

“Mejor siervo que amo”, siempre dijo, porque odiaba “el poder” y a la burguesía. Por eso, cuando despuntaba como lo que fue, mientras otros cantores populares se autodenominaban caciques, él prefirió el seudónimo de El Indio Naborí. Así lo aclamó el público en su primera presentación radial en la emisora Progreso Cubano, cuando tenía 17 años.

Hoy, a 102 años de su natalicio, el Indio Naborí es como ese paisaje de la campiña que nunca se olvida, porque se sabe presencia y esencia de lo que nos pertenece a todos por igual.

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