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A Cuba hay que amarla siempre

Publicación: 14 Sep, 2024

Categorías: Isla de la Juventud

Cuba posee la “Marca País”. Se trata de la forma visual y coherente de acuñar la identidad, y afianzar los éxitos y fortalezas alcanzados por la nación. Un triángulo rojo con la estrella en el centro, y al lado el letrero “Cuba” en azul, nos identifica más allá de las fronteras.

Poseerla es importante para la gestión corporativa y de productos, pero en ocasiones nuestra “Marca País” se extiende a ámbitos alejados de toda consideración mercadológica, porque es como la bandera de la estrella solitaria.  

El cubano se distingue en cualquier parte del mundo por su carisma, frescura y capacidad para creerse “el centro”, a pesar de que nuestra ínsula es apenas un átomo en la geografía universal. Así, no  son pocos los que, orgullosos, emprendedores, solidarios, innovadores y creativos, tal como somos, la llevan como escudo, dentro y fuera de nuestras fronteras. 

Y eso está bien. Se trata de “un país” abreviado en un ícono tricolor, la  “Marca” que revela nuestros orígenes, ese pasado que nos hizo ser lo que somos hoy. A Cuba hay que amarla como a una madre, con sus luces y sombras, porque fue en un lugar de su geografía donde comenzamos a respirar y abrimos los ojos por primera vez.

Defender a Cuba donde quiera que nos encontremos, con la palabra y nuestros símbolos, “vale”. Sin embargo, a veces contrasta la cantidad de cubanos que abrazan nuestra enseña nacional desde fuera, con quienes lo hacemos desde escenarios nacionales. Y es lamentable.

Lo digo porque existe un grupo de quienes un día salieron del país y dicen “amar a Cuba” que usan nuestros atributos sin saber un átomo de política, ni ser mínimamente patriotas, y se autoproclaman “defensores” de su tierra, cual si esta fuera víctima de ella misma o de la gente que hoy, dentro de la Isla, trabaja, sueña y se desvela por hacer un país mejor.

Se sabe que hay cubanos que decidieron ser enemigos del suelo donde nacieron y quienes lo habitan. Los hay que “lucran” con las escaseces de un pueblo y desacreditan a sus hermanos “de acá”, lo mismo por “derrotas” que por “triunfos”. Y lo hacen en escenarios tan públicos como las redes digitales “envueltos en la enseña nacional”. Uno se limita entonces a “no entender nada”, porque “emigrar” no debe ser sinónimo de “traicionar”. Entonces uno desea, “desde acá” llenar de banderas todas nuestras páginas y espacios, y debiéramos hacerlo a diario.

Aquí vale reiterar que urgen acciones para que los cubanos podamos acompañarnos más de nuestros símbolos, pues adquirir banderas o accesorios alegóricos a nuestro país resulta, por su precio, inaccesibles para la mayoría.

De cualquier manera Cuba no puede llevarse solo por dentro, sino que hay que para sacarla afuera en esos íconos tricolores para cuidarla “de verdad”.  Se impone propagar y sentir hasta lo más hondo esa “Marca País” que nos identifica.

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