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La verdad detrás del girasol: ¿por qué no siempre mira al sol?

Publicación: 6 May, 2024

Categorías: Curiosidades

Aunque parezca increíble, los girasoles no siempre miran al sol. Tampoco son flores, sino inflorescencias. Estas son solo algunas de las curiosidades que te revelamos sobre esta planta tan admirada y conocida.

El girasol (Helianthus annuus) es una de las plantas más fáciles de reconocer, y que más curiosidad despiertan desde la infancia. Sus flores grandes, con diminutas estructuras dispuestas en espirales, solo son superadas por esa costumbre de girar siempre hacia el sol, como si lo siguiera con la mirada. Sin embargo, en esta concepción popular del girasol hay varios errores.

Para comenzar, no se trata de una flor muy grande, sino de una estructura botánica denominada inflorescencia, que se compone de un receptáculo —el tallo, ensanchado en forma de disco— sobre el que se disponen, aquí sí, las flores, de pétalos fusionados y tamaño muy pequeño, en patrones espirales. Las flores del centro, con los pétalos cortos y fusionados en forma de tubo, son los flósculos; mientras que las del margen, con los pétalos fundidos en una especie de lengüeta larga, se denominan lígulas.

El segundo error tiene que ver con el heliotropismo, ese movimiento atribuido al girasol y del que se dice que la inflorescencia siempre mira al sol. Basta con visitar un campo de girasoles en flor para comprobar que, si bien todos miran en una misma dirección, solo lo hacen hacia el sol durante el amanecer.

¿Cuándo se mueven los girasoles?

El girasol no recibe el nombre por casualidad. Realmente, la planta sí gira hacia el sol, solo que no lo hace durante todo su ciclo de vida.

Los girasoles son plantas anuales, cumplen todo su ciclo vital en un solo año. Desde que se siembra hasta que los frutos maduran transcurre menos de cinco meses, después, la planta muere y al año siguiente hay que volver a sembrar. El ciclo vital del girasol es bastante simple. Tras la siembra emerge la plántula. Le sigue un período de crecimiento vegetativo, durante el cual se desarrollan el tallo y las hojas. Cuando adquiere cierta altura, se forma el botón floral, que se abrirá en pocos días y expondrá las flores en todo su esplendor. Una vez polinizadas, los frutos maduran —las pipas—, y finalmente, la planta entera se seca.

El heliotropismo de la planta de girasol es muy fuerte durante la fase de crecimiento vegetativo, lo que provoca que el tallo y las hojas estén mirando al sol en todo momento. Al amanecer, se enfocan hacia el este, para enderezarse a mediodía, y apuntar hacia el oeste por la tarde. Durante la noche, la planta vuelve a enderezarse, anticipándose al próximo amanecer.

Este movimiento se ralentiza cuando surge el botón floral. En este punto, la mirada al este se mantiene, pero a medida que el día avanza, se reduce su capacidad de movimiento. Trata de seguir al sol, pero lo hace más despacio, sin llegar a terminar el ciclo. Y a medida que las flores se empiezan a abrir, el movimiento se hace cada vez más y más lento, hasta que se queda para siempre en la misma posición del último lugar donde miró, que es justo donde iniciaba su movimiento: al este.

Girasoles
Cuando el botón floral aún está cerrado, la planta todavía gira hacia el sol, pero cada vez más despacio hasta detenerse — David/Pixabay

¿Por qué el brote joven de girasol mira siempre al sol?

El heliotropismo de los brotes más jóvenes tiene su origen en una serie de mecanismos fisiológicos que implican el crecimiento diferencial del tallo. En su interior, las células que reciben directamente la luz solar crecen más despacio que las células que están en sombra, lo que provoca que el tallo apunte siempre hacia la luz.

A nivel molecular, este proceso está regulado por un tipo de hormonas vegetales llamadas auxinas, que son también las responsables del crecimiento de las raíces a favor de la atracción gravitatoria. Recientemente se ha podido comprobar además que en el interior de los tallos, las plantas disponen de pequeños canales rellenos de aire que por efecto de la refracción y dispersión de la luz, indican a las células dónde se encuentra la fuente de luz.

El beneficio evolutivo de este movimiento es doble. Por un lado, las hojas se encuentran en su máximo nivel de exposición a la luz solar, y por lo tanto, maximizan la captación de luz y la eficiencia de la fotosíntesis. Esto permite a la planta priorizar su crecimiento, un factor esencial en un organismo que debe completar su ciclo de vida en apenas 140 días.

Por otro lado, orientarse hacia el sol desde una etapa temprana puede ayudar a calentar los botones florales más rápidamente, lo que acelerará su proceso de apertura.

Un campo de girasoles al anochecer
Un campo de girasoles al anochecer, todos ellos mirando al este, y dando la espalda al sol. — Phfilipposarci/Pixabay

¿Por qué los girasoles abiertos miran al este?

El cese del movimiento hacia el sol está directamente relacionado con el cese del crecimiento. Al no poder crecer, ya no puede rotar. Como ya adelantamos, los girasoles abiertos se quedan mirando permanentemente al este, el último lugar hacia donde se enfocaron cuando aún tenían capacidad de movimiento. Pero este resultado no es solo la consecuencia de un evento inevitable, también tiene significado evolutivo.

En primer lugar, cuando más agua disponible hay en el suelo es a las primeras horas del día. Esto se debe a que durante la noche, la bajada de las temperaturas y la condensación del rocío facilitan la acumulación de agua, mientras que a partir del amanecer, con temperaturas cada vez más elevadas, esa agua se evapora a la atmósfera y se pierde. Es por la mañana cuando más agua podrán absorber, y por lo tanto, cuando la fotosíntesis será más eficiente. Si las hojas están orientadas en una dirección distinta al Este, perderán eficiencia durante el amanecer, y cuando el sol incida plenamente sobre ellas, no habrá tanta agua para ser aprovechada.

Abejorro
Al calentarse más pronto, orientar el girasol al este supone un beneficio para los insectos polinizadores. — Myriams-Fotos/Pixabay

Pero además, la orientación de la inflorescencia de girasol hacia el este contribuye también mejora la eficiencia en la polinización. Al incidir el sol directamente sobre las flores, se calientan rápidamente por la mañana y pueden conservar el calor durante más tiempo. Una circunstancia que favorece que se evaporen las moléculas volátiles que atraen los insectos y convierte al girasol en un entorno atractivo para ellos, donde reposar y calentarse. Mirar en cualquier otra dirección retrasaría el calentamiento, y limitaría el tiempo de disponibilidad para los insectos, y la eficiencia de la polinización.

Tomado de Muyinteresante

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