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Rescatar tradiciones propias, salvara la cultura cubana

Publicación: 4 Dec, 2024

Categories: Cultural | Isle of Youth

Desde hace unos días vengo escuchando promociones de fiestas temáticas referentes a Halloween, una celebración que si bien no tiene nada que ver con la cultura  popular cubana, con el pasar de los años se ha adentrado en el acervo popular, e incluso me atrevería a decir que muchos lo catalogan como una costumbre o tradición.

Según la Real Academia de la Lengua Española tradición es un conjunto de costumbres, valga la redundancia, prácticas o creencias trasmitidas de una generación a otra, dentro de una comunidad, sociedad o cultura.

Para nadie es un secreto que las tradiciones populares de nuestro país son producto de un mestizaje, en el cual intervinieron varias culturas y sin lugar a dudas, con la masificación de la televisión y la llegada de Internet, se han licuado celebraciones como Halloween, las cuales han derivado algunos patrones consumistas sobre todo en la juventud cubana.

Años atrás, disfraces del Ku Klux Klan levantaron muchas críticas sobre la permisividad de esta celebración, disfraces con simbologías que degradaban la condición humana y representaban antecedentes muy vergonzosos.

Esto no es un ataque a dicha celebración, creo que no hay forma de prohibir ni detener esta práctica. Pero si, un llamado al rescate de tradiciones y costumbres autóctonas que simbolicen, sobre todo nuestra identidad.   

En mi opinión creo que Halloween made in Hollywood, solo está desembarcando en ciertos espacios vacíos que nosotros mismo hemos creado. Ya no solo es por el debate  sobre la pertinencia o no de su festejo en nuestras tierras, sino porque poco tiene que ver con nuestras tradiciones, pero que se ha expandido ante la falta de celebraciones culturales que sean atractivas para los públicos más jóvenes.

Cierto es que la tradición que no se cultiva se pierde con el tiempo. Para que una tradición sea válida necesita de seres vivos en un entorno sociocultural históricamente determinado que la acepten más o menos conscientemente, incluso inconscientemente porque la naturalizan sin cuestionarla y la reproducen en su cotidianidad.

La absorción acrítica por nuestra sociedad de un festejo foráneo, fruto de la penetración cultural globalizadora que llega e impone patrones por doquier, da paso a que, hasta las instituciones culturales del estado asuma estas prácticas.

Es entonces cuando me viene a la mente la valoración de Iroel Sánchez, quien catalogaba como “urgente e imprescindible indagar en las causas de por qué un aparato educativo, cultural y mediático como el nuestro ha hecho posible una recepción critica de estos hechos y permite que aniden en nuestro tejido social las condiciones para su reproducción”

Las batallas culturales, ideológicas, no se ganan por decreto. Pero no le añadamos al poder avasallador y denominante de la cultura imperial, sus prácticas conexas y sus fabulosos canales de difusión para que se afiance en nuestro acervo popular, colonice nuestras mentes, degrade nuestra cultura y pervierta nuestros valores.  

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