La Isla de la Juventud es gigante por mucho. Lo es también por su historia. En sus páginas destaca Presidio Modelo, hoy, por fortuna,  Museo y Monumento Nacional.

Hace casi un siglo fue colocada la primera piedra de lo que sería un reclusorio para varones sancionados por delitos comunes. Eran los tiempos de gobernanza de Gerardo Machado, quien presumía el objetivo de sanear a la sociedad cubana desde una institución con apariencia de modernidad, representativa de todo el sistema carcelario cubano.

Desde el punto de vista arquitectónico parecía una obra futurista e innovadora, pero que muy pronto se puso al servicio de la terrible sordidez del sistema anti humanista, puesto en práctica por el presidente criminal que fuera Machado.

Formado por un sistema de naves circulares facilitaba el control visual y orgánico de los reclusos, desprovistos de los más elementales derechos al entrar allí.

Ya se saben los desmanes que encierran las amarillentas y altas paredes, los techos rotos y los muros pardos castigados por el tiempo. Impresionan al visitante, no puede ser de otra manera. Entonces volvemos los pasos y recordamos que un día dejaron de ser testigos de sufrimiento y muerte.

Sucedió el 21 de agosto de 1967, hace hoy 57 años, cuando Presidio Modelo fue declarado Museo, tras haber sido cerrado definitivamente en marzo de ese año. Fue una decisión del gobierno revolucionario, encabezado por Fidel Castro, quien había compartido celda con sus compañeros Moncadistas. Bien lo sabía Fidel: en ese lugar el aire resultaba irrespirable en condiciones de cautivo. De allí había salido un día, bajando la imponente escalinata, y quizás desde entonces lo imaginó de escuela, o de salas vacías donde solo habitaran los recuerdos.

Así fue. La parte del penal donde estuvo preso entre los años 1953 y 1955 muestra las pruebas de su paso y el resto de sus compañeros de lucha por esos predios. Después fue declarado Monumento Nacional.  Hoy, más que un lugar de información con la huella del pasado, Presidio Modelo es una alerta necesaria para todos, sobre algo que jamás debe volver.