Las jornadas de celebración por el 26 de julio siempre resultan una motivación a mantener el proyecto Socialista. Este rumbo, elegido por Cuba desde 1961, “le ha costado” al pueblo de la nación antillana, especialmente por el concepto de “ajustes de cuenta” de más de una decena de administraciones norteamericanas.

El bloqueo económico, comercial y financiero, añoso, “reforzado” y brutal, es una de las represalias que se mantiene, unido a la inclusión de Cuba en una lista de países que “supuestamente” patrocinan el terrorismo; condiciones que, fieles a su diseño, asfixian la economía nacional. Tanto, que ya se ha hablado de “economía de guerra”.

Vuelvo a la idea inicial: En este arbitrario contexto, en el Acto Central de homenaje por el aniversario 71 de la gesta del Moncada, Salvador Valdés Mesa, miembro del Buró Político y vicepresidente de la República, recalcó la convocatoria a mantener la soberanía, y, dentro de ella, la vida y el bienestar de los cubanos.

Destacó,  que “en la producción de alimentos se debe y se puede obtener, con trabajo, sudor e inteligencia, la mayoría de los productos que se consumen el país, pues hoy resulta impagable el precio de lo que antes se importaba”.

No sé si todos interpretamos que en el trabajoestá la clave de casi todo su discurso, pero se trata de una realidad innegable y omnipresente. Tanto es así que, a riesgo de alarmar, Valdés Mesa lo catalogó como un “asunto de seguridad nacional”.  

El trabajo, amigos, se define como “la suma de actividades físicas e intelectuales del hombre para producir servicios y bienes escasos”; también como “el esfuerzo humano aplicado a la producción de riqueza”.

A estas alturas, aun con un mercado “consolidado” en los grupos de internet, mano de obra garantizada y pagada detrás de mostradores virtuales, y donde “se cubren” no pocas necesidades, cabe preguntarse si en verdad se trabaja en pos de la riqueza colectiva, o mejor dicho, en aras de que no impere la miseria.

Se entiende que ha habido que “hacerse el de la vista gorda” con el desvío de “mano de obra” hacia este tipo de mercadeo, al igual que hacia el dineral fácil que “entra” si se reciben dólares, y a las tarimas de vecindario sin pagar impuestos… Es “una brecha” que en La Isla de la Juventud ha sido bien aprovechada.  

Se debe pensar entonces en cómo potenciar los recursos humanos que demanda la actividad agropecuaria, uno de los principales rubros para el sustento de las personas y el “arranque” de la economía, sobre todo cuando en la última visita realizada a aquí por el presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, trascendió que no se cumple el total de áreas por habitante plantadas de cultivos rústicos, como el plátano, la malanga y la yuca.

Las autoridades del municipio, como instó Valdés Mesa, “enfilan” los esfuerzos hacia ganar en autonomía y seguridad alimentaria, pero lograrlo dependerá de sumar voluntades, de “estimular” la actividad agrícola, poco “atractiva”, como ya se sabe. El desarrollo territorial está también “en la mira”, pero no nos engañemos: conseguirlo será difícil sin la participación de todos.

Han pasado pocos días de este nuevo llamado en el marco del aniversario 71 de la gesta heroica del Moncada, la que abrió la senda de la libertad. Ampliemos ese grupo de “Gente que Suma”, corrijamos insuficiencias y errores propios, y trabajemos al margen del asedio enemigo… De lo contario, la seguridad nacional está amenazada.