José Martí, el célebre pensador y líder independentista cubano, dejó un legado significativo en el ámbito musical como una muestra de su profunda sensibilidad hacia esta forma de arte.
En sus escritos, el Héroe Nacional de Cuba describe la música como “la más bella forma de lo bello” y destaca su capacidad única para evocar emociones y conectar con el ser humano en un nivel profundo.
El autor de La Edad de Oro veía la música como una de las expresiones más puras del alma humana, capaz de trascender fronteras culturales y sociales. Defendía esta manifestación artística por considerarla un auténtico reflejo del carácter de los pueblos.
En sus crónicas desde Nueva York, mostró un gran interés por las expresiones musicales populares y los espectáculos que observó. Expresó admiración por las músicas populares que contenían una energía vital.
Martí consideraba que toda expresión artística debía ser libre para florecer plenamente. Además, tenía una visión universalista del arte. Creía que las expresiones culturales no solo debían reflejar lo local o lo nacional, sino también conectarse con lo humano en un sentido más amplio.
Para el más universal de los cubanos, la música de los nacidos en América Latina debía ser genuina y no una mera imitación de estilos europeos, pero también debía estar conectada con el resto del mundo, para así trascender fronteras y comprometerse con los valores éticos y sociales.
Su énfasis en la autenticidad, la libertad creativa y el compromiso social lo convierten en un pensador cuya visión sigue siendo relevante para comprender cualquier forma de arte que aspire a expresar lo más profundo del espíritu humano. Consideraba que la música era un lenguaje universal que trasciende las limitaciones del color y la palabra, permitiendo una expresión más pura y sincera de los sentimientos.
En un artículo publicado en 1875, en la Revista Universal de México, Martí se refiere a la actuación del violinista cubano José White. Expresa su admiración por la música como una promesa de ventura y claridad. Para el poeta esta manifestación artística debía ser una experiencia transformadora que pudiera “arrullar, adormecer, exaltar, gemir y llorar”.
Martí también establece un paralelismo entre la música y la poesía, argumentando que “la música es más bella que la poesía porque las notas son menos limitadas que las rimas”. Esta afirmación refleja su percepción de que la música tiene una libertad inherente que permite una mayor diversidad de expresión.
En su opinión, las notas musicales pueden evocar una gama más amplia de emociones y sensaciones que las palabras, lo que hace que la música sea un medio más poderoso para comunicar lo inefable.
En sus reflexiones sobre el arte musical, Martí critica las formas huecas y artificiales de expresión artística, abogando por una música que sea “útil y fina”, capaz de reflejar la esencia del pueblo.
Martí también considera a la música como un medio de conexión entre las personas. En sus escritos, menciona que “no hay pecho que no crezca y se dilate” al escuchar música. Esto sugiere su creencia en la capacidad de la música para fomentar un sentido de comunidad.
En este sentido, ve a la música como un elemento esencial en la construcción de una identidad cultural compartida. Además, su admiración por compositores como Haendel y Verdi revela su aprecio por la complejidad y profundidad emocional de sus obras. Martí no solo disfrutaba de la música como oyente, sino que también se sumergía en su análisis crítico. Su enfoque hacia la música era emocional e identificativo, lo que lo alejaba del análisis técnico frío y distante.
La influencia de Martí en el ámbito musical perdura hasta hoy. Muchos músicos contemporáneos han encontrado inspiración en sus palabras y han musicalizado sus textos. La conexión entre su poesía y la música sigue siendo un tema explorado por artistas cubanos que ven al autor de los Versos Sencillos como una fuente inagotable de creatividad.
Tomado de RCH Maya Quiroga
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