El almanaque marcaba miércoles 7 de enero de 1959. Casi una semana tenía el Triunfo de la Revolución. Ya la indómita Santiago había visto entrar a los nuevos mambises que este día se movían en caravana victoriosa hacia la capital del país.

Ya había dejado atrás los predios de Santi Espíritu y en solo horas entrarían en La Habana para echar a andar la Cuba nueva por la que tanto se había batallado.

Era fiesta nacional aquella marcha, el andar de la única revolución triunfante en América Latina, la que terminó con la expropiación de las posesiones de la burguesía y los terratenientes en Cuba; iniciaba un movimiento que reivindicaría la educación, la salud, la vivienda, la agricultura, la industria: la dignidad de los cubanos ultrajada hasta entonces por potencias foráneas.

Fidel vislumbraba que el camino en lo adelante sería mucho más difícil, igual o más complejo que el transitado en pos de la libertad definitiva. Por eso, entre las acciones de aquellos primeros de enero de hace 66 años, estuvo su llamado a la Huelga General que derrotó las maniobras que buscaban arrebatarle la victoria a los revolucionarios mediante la creación de una junta militar.

No ocurrió como lo había pensado el imperialismo y la burguesía criolla. ¡Cuba era libre! Y siguió adelante. Pronto, cambiaría el panorama en toda la isla.

La Revolución Cubana fue posible, aunque bien sabemos que nunca ha podido desarrollar su potencial emancipador por el criminal bloqueo norteamericano; pero el pueblo, a lo largo de más de medio siglo, ha sabido mantener sus principales conquistas. Lo ha hecho fiel a su Historia; y tendrá que seguir batallando contra el imperialismo en todas sus facetas o variantes…