Pasados 505 años, hoy recordamos un hecho que en su momento abrió las puertas al Nuevo Mundo: La fundación de la villa de San Cristóbal de La Habana; hoy, Capital de todos los cubanos.

Cuentan algunos que es mucho más antigua de lo que se dice, pero la historia oficial apunta que todo comenzó el 16 de noviembre de 1519 en una esquina de la bahía. Allí se celebró la primera misa y los pobladores se reunieron alrededor de una Ceiba a celebrar el primer Cabildo: la junta que traería el orden, las leyes y autoridad a la nueva villa, la sexta que había erigido por Diego Velázquez de Cuellar en la isla de Cuba.

La llamaron San Cristóbal de La Habana. El nombre aludía al conquistador mayor y patrón de los navegantes de la Corona Española, y también a un toponímico indígena.

Ese día el Cabildo recibió la guarda y custodia de los fueros y privilegios de la villa, según costumbre y usanza de las leyes de Castilla.

Cuentan que El Puerto llegó a albergar hasta mil barcos en el tiempo de la conquista. Materializada esta, La Colonia erigió la Plaza de Armas; cuyos alrededores fueron el centro de la vida pública. Después, cimentó El Templete, monumento que legitima la fundación de la villa justo en ese sitio.

A partir de entonces se convirtió en el núcleo del Comercio entre Europa y América. Al ritmo de las flotas, La Villa comenzó a crecer:

Menos de un siglo después, fue sitio estratégico y la Villa mejor defendida del Nuevo Mundo. Entonces San Cristóbal de La Habana recibió el título de ciudad y desplazó a Santiago de Cuba como Capital de la Isla.

La Habana tiene las huellas del tiempo: las que se ven y las que no. Hoy, 505 años después, resurge como lo hizo en los tiempos de corsarios franceses en la primera mitad del siglo 16, en los de la toma por los ingleses, como lo hizo en los años marcados por levantamientos, rebeldía y revoluciones por despojarse del coloniaje… Hoy es la hermosa Dama de más de cinco siglos, cuyo casco histórico es Patrimonio de la Humanidad: Y es, por mucho, la capital de todos los cubanos.