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En temporada ciclónica siempre alertas

Publicación: 12 Oct, 2024

Categorías: Isla de la Juventud

Inicia octubre. En este período empieza a cambiar el “color del tiempo” pues el verano comienza a ceder, y a muchos nos parece que están cerca nuestros escasos días de invierno. Pudiera decirse que llega un clima perfecto, pero esa idea cambia cuando recordamos que octubre es el penúltimo mes de la temporada ciclónica, y acaso, uno de los más activos.

A propósito, propongo recordar que un día como hoy, en 2002, cruzó por la Isla de la Juventud el huracán “Lili”, diez días después del paso, por la misma zona de la geografía nacional, del nombrado “Isidore”, otro fenómeno meteorológico de gran intensidad. 

La fuerza de los vientos y las lluvias de ambos eventos climáticos devastaron gran parte del territorio pinero. Después del “Lili” quedaron 6 mil 841 viviendas afectadas, de ellas mil 386 derrumbes totales, mil 424 derrumbes parciales, 819 cubiertas destruidas totalmente y más de 3 mil con afectaciones parciales. Igualmente, los daños fueron cuantiosos en la agricultura, así como en las cubiertas de los objetivos económicos.

En algunos puntos de la Isla de la Juventud se registraron rachas de hasta 180 kilómetros por hora. Quienes recordamos aquellos momentos constatamos que la solidaridad y el arrojo de los pineros evitaron que las pérdidas fueran mayores. Y para la recuperación, un mar de pueblo “tomó” las calles para limpiarlas de escombros y destrozos. Paulatinamente, en dependencia de los recursos, se restauró el sector de la vivienda. 

Es primero de octubre. En días recientes, tras el paso del evento hidrometeorológico “Helene”, en la Isla de la Juventud se reportó un acumulado de 280 milímetros de lluvia.

Aunque, a la postre, estos volúmenes de agua se aprovechan y manejan de manera eficiente, no debemos permanecer confiados, pues pudieran formarse en nuestra área nuevos fenómenos de este tipo, por los cuales, cuando menos, pudiera “llover otra vez”. Entonces el llamado es a mantenernos informados, reducir los riesgos para no perder nuestros “bienes”, y, sobre todo a preservar el patrimonio colectivo.

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