Cada año cuando el mes de septiembre toca a las puertas con el peligro inminente de uno u otro ciclón, un huracán de entusiasmo inunda las aulas de toda Cuba sin que la Defensa Civil o el Instituto de Meteorología se alarmen por ello.
Es que todo el país pone su granito de arena para que nuestros niños vuelvan a las aulas a aprender y a soñar con el futuro, a tomar el cielo por asalto, con sus libros y libretas en ristre, con sus uniformes multicolores como banderas ondeando ante el busto de Martí.
Como en todo el territorio nacional, la Isla de la Juventud abre sus aulas a los pioneros este dos de septiembre con nuevas motivaciones y aspiraciones, repartidas a manos llenas entre maestros y pupilos, porque aún en tiempos difíciles hay una sonrisa infantil que cultivar.
Este año se viste con las buenas nuevas de las innovaciones del Tercer Perfeccionamiento que abarca toda una serie de cambios positivos en la educación primaria, que comprende desde la remodelación de planes hasta la puesta en ejecución de nuevas formas de trabajo.
Los pioneros estarán inaugurando una nueva forma de aprender a través de cuadernos bellamente ilustrados y elaborados a partir de las técnicas pedagógicas y educativas más eficaces, modernas e instructivas, para alcanzar un aprendizaje como merecen nuestros pioneros.
Nadie niega que haya carencias materiales, e incluso, por qué negarlo, falta un maestro aquí y allá, pero se buscan las alternativas, lo que si no falta es el espíritu de sacrificio para llevar adelante esta obra embellecedora que es la de educar a las nuevas generaciones, y de depositar, como quería Martí, toda la obra humana que le ha antecedido a cada niño.
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