El 22 de agosto de 1922 surgió la radio en Cuba. El debut se realizó en la emisora 2-LC, del célebre músico y compositor Luis Casas Romero, y en lo adelante fue la encargada de “contar” la vida de un pueblo, los aconteceres de la nación cubana y el devenir internacional.

La radio es futuro y también es historia. Pudiéramos, en su homenaje,  decir mucho acerca de este medio de comunicación, amigo  insustituible. Sin embargo, hoy nos acercaremos un poco más a quienes nos escuchan, a la audiencia, a la “otra mitad” de la radio…

Damos las gracias a la muchacha que terminó el preuniversitario y va a matricularse en una universidad con “algo” de lo que aprendió en nuestros programas dedicados a la historia; pensamos en la mujer que tiene un turno médico porque descubrió una dureza extraña en el pecho y quiere que la examinen, alertada por un espacio radial hecho en aras de la salud.

Quizás esté oyendo esta crónica el hombre maduro, (me niego ya a decir anciano), que acaba de jubilarse y va a vivir desde ahora con su pensión: este señor lleva una caracola en el corazón y en los relojes, le gusta también escuchar música mejicana, y seguro escuchará su nombre en la sección de felicitaciones porque algo grande ha ocurrido en su vida. Reconforta ser parte de las dichas y penas de la gente.

La radio existe por ese matrimonio que lleva pensando desde hace algunas semanas en cómo completar los útiles escolares de los niños, próximos al nuevo curso; y en la necesidad de buscar quien cuide de la abuela mientras ellos terminan las vacaciones. También “seguimos haciendo radio” por el joven que acaba de firmar su primer contrato de trabajo y aprendió con nosotros la manera de “entrar” en ese desafío, y otras cosas que cuesta trabajo entender.

Ellos son nuestra “otra mitad”: los que se ponen del lado de la radio en la cocina o en medio de una carretera y miran la vida escuchándonos. Ellos miran hacia adentro del éter y encuentran el valor de cada palabra en las noticias.

Eso es la radio, pasados más de cien años: una necesidad de “saber” la vida: la sintonía es una puerta que se abre, una compañía doméstica o urbana porque a veces sale de la casa con nosotros y toma un bici y viaja, viaja sin agotarse. 

Cumplimos 102 años juntos. Tengan un buen día, amigos oyentes. Los invitamos a sintonizarnos mañana. No falten a la próxima cita porque hablaremos del pan, de la pelota, de la situación epidemiológica, de literatura y de política. Nos quedan muchas “Señales” juntos,, quedan muchas mañanas, muchos noticieros, muchas tardes y algún que otro sobresalto, porque somos “la vida”. ¡Felicidades!