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El transporte privado, mucha carretera por andar

Publicación: 1 May, 2025

Categorías: Isla de la Juventud

Ellas, tres muchachas trabajadoras ya con hijos y cada una junta a su esposo preparó un domingo especial de recreación, sacaron las tantas y tantas cuentas de cuanto pudiera salir aquella ambiciosa aventura de pasar el día en el afamado Hotel Colony, ya le habían advertido que solo el transporte costaría unos ocho mil pesos, claro, no sin antes tener una ligera controversia con el chofer quien pretendió subir el monto hasta los diez mil.

Dice la mayor que fue un mal comienzo, a cambio de una música relajante para surcar los no pocos kilómetros de distancia, recibieron en todo el trayecto una “clase metodológica”, con el perdón de la pedagogía, sobre el elevado costo de piezas y reparaciones, el encarecimiento y escasez del combustible, la subida sostenida de la tasa de cambio del dólar en el mercado informal y hasta el desacuerdo con las tarifas aprobadas para ese trayecto.

Ellas molestas dicen haber soportado otra magistral clase justificativa para el cobro del viaje, el chofer un hombre que sobrepasa los 60 años disertó sobre lo que cobra a cada pasajero y el precio de una libra de arroz. Dice la menor que habló tantas barrabasadas que al final cayó en la frase típica de la humillación a sus clientes: «Yo pongo el precio, porque esto es mío; lo tomas o lo dejas».

Todo esto pasó no sin antes advertirle a la mayor que su hija de seis años no podía viajar sentada sobre sus piernas, sino que tenía que ocupar un asiento. De lo contrario, le impondrían una sanción de tránsito. Por supuesto, le cobró una cuantía similar a la de un adulto, porque la rebaja de la mitad del precio del pasaje para niños menores de 12 años no se hace extensiva a la transportación privada. El un hombre de experiencia al timón por muchos años maneja una camioneta americana que entre los dos deben sumar cerca de los 120 años.

Bien se sabe que, ante el progresivo deterioro de la oferta del transporte público estatal en los últimos años, los porteadores privados han complementado y, en muchos casos, asumido por completo esa encomienda. Que se les comercializa el combustible a precios mayoristas para que continúen garantizando la movilidad y se actualicen sistemáticamente sus fichas de costo, mientras las entidades estatales enfrentan pérdidas millonarias, paralización de servicios e interrupción y éxodo de sus trabajadores, demuestra la importancia que se les concede a estos actores, pero nada para justificar los clamados precios abusivos, esos de los que tanto hablamos y caen en saco roto.

Ellas asumen ser parte del problema, lamentan no haber localizado otro porteador, o haber cambiado el maravilloso e ideado plan de domingo, hacerles entender de que ese, en fin no es el meollo del problema, es tener que dar otra magistral clase. Bien se sabe que esta no es una sociedad de “Vivos y bobos”. Entre la necesidad y el abuso, tenemos que mirar desde otra orilla el río revuelto para ver, más allá de la bonanza de unos pocos, la desventaja de la mayoría que nada a diario contra la corriente y entre todos arreglar este y otros dichosos y molestos problemas.

Existe un principio que prima en los servicios, en cualquier actividad los precios varían en dependencia de la oferta y de la calidad, nadie puede está por encima de la ley y aunque la ley a veces no esté a tono por los constantes cambios, el abuso y el maltrato, esos no se contemplan en ninguna ley.

 El cobro abusivo del transporte de pasajeros por parte de personas inescrupulosas, es uno de los temas que más irrita a la población en el país, el estado cubano aboga por la denuncia en caso que ocurran, es un deber hacerlo, por que hoy fue a usted, pero mañana puede ser a otro familiar suyo y en todo caso la cuenta no da.

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