Voz de contralto y fiero gesto trasgresor de la mesura del público, llevaron a Celeste Mendoza Beltrán al podio de única, al cantar como ninguna otra la música de las rumbas callejeras, hasta su momento exclusiva de intérpretes masculinos.
Nació el 6 de abril de 1930 en el barrio santiaguero de Los Hoyos, y allí se le estamparía en el alma el brío salido del cajón de bacalao, dos cucharas, y otra cuchara y una botella como clave.
Bailarina, se presentó en espectáculos, incluyendo el de Rodney Neyras en el cabaret Tropicana; grabó con Bebo Valdés, Ernesto Duarte y la firma Gema; y realizó giras por México, Puerto Rico, Venezuela, Panamá, Estados Unidos, París, Unión Soviética y Japón.
Celeste Mendoza llevó todos los géneros que cantó a las estructuras del guaguancó y la diva Rita Montaner la bautizó como la reina de ese ritmo venido de los solares.
Rita Montaner, La Única, dijo de Celeste Mendoza que era una verdadera artista cubana, que expresaba en lo vocal y lo coreográfico, con espontaneidad, sin dobleces, nuestra música popular y folclórica, y la catapultó a Reina del Guaguancó.
Guillermo Arenas, empresario colombiano, habló que dominaba el guaguancó, género de la locura, y tenía lo más difícil de conseguir en una intérprete: ángel: “Ella sufre y vive lo que canta”.
La escritora Ofelia Fox la incluyó entre los más grandes, los mejores, que pasaron por el cabaret Tropicana; y el periodista Alfonso Quiñones la recordó acentuando determinadas vocales como si transmitiera una furia ancestral.
Celeste Mendoza falleció en la soledad de su casa del Vedado habanero el 22 de noviembre de 1998; se llevó con ella un estilo que no ha vuelto a tener intérprete que se le iguale.
Fuente: Radio Reloj
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