Son palabras hermosas las que vienen al pensamiento cuando a él llega la imagen de Celina González (16 de marzo de 1929 en Jovellanos, Matanzas, Cuba – 4 de febrero de 2015), palabras como reina, guateque, naturalidad, orgullo.
De una familia timbrada por la música, esa que viene con algunos seres que no pisaron la academia, pero que la llevan consigo, nació esta gran cubana, la cuarta de nueve hermanos que allá, en Santiago de Cuba, donde creció –aunque nació en Jovellanos–, disfrutaba de los guateques domingueros que se armaban en su casa, en uno de los cuales conoció a Reutilio Domínguez, un cantante con quien, después de unir sus vidas, formaría un dúo (Celina y Reutilio) que pronto ganaría popularidad y que grabaría, más tarde, un disco a solicitud de Ñico Saquito, para presentarlo en La Habana. La idea del compositor y guitarrista santiaguero fue triunfal para los jóvenes, y se tradujo en contratos, en presentaciones en radio y televisión, y en giras internacionales.
Muchas veces contó Celina, convertida ya en una de las figuras cimeras de la música campesina cubana, en entrevistas y en programas televisivos, la motivación que le hizo escribir «A Santa Bárbara», conocida popularmente como «Que viva Changó», la más famosa de sus cerca de 500 canciones. Apasionada de la décima, fue en esta métrica en la que le compuso a la deidad el tema (un exquisito guaguancó) que –sentía– debía dedicarle.
Rotunda defensora de sus raíces y de la rebeldía cubana, escribió y cantó «Yo soy el punto cubano», un texto con el que levantó la mirada hacia esta expresión poética y musical de los campesinos, consistente en una tonada o melodía, acompañada por una voz que canta composiciones poéticas en décimas, improvisadas o aprendidas. En este exquisito son, comunicaba Celina a los que lo ignoraban, o a los que lo demeritaban, que la manigua fue escenario para que nuestros mambises cantaran el punto cubano, representante de «la tierra de Martí» y de «la enseña nacional».
Disuelto el dúo en 1964, Celina cantará como solista y, en 1981, retoma el proyecto, pero esta vez con su hijo Lázaro Reutilio. Lo esperan festivales nacionales e internacionales y presentaciones en diversos sitios del mundo, en especial en Colombia, donde fue conocida como La Doña y La Diosa de Cuba.
A diez años de su fallecimiento, Celina sigue siéndonos entrañable. No mueren ni sus canciones ni su ejemplo. La Reina de la Música Campesina pensó en el modo de preservar su legado y quiso que, especialmente, la destacada cantante María Victoria Rodríguez lo defendiera, y así lo ha hecho; como lo harán las venideras generaciones.
No puede mirarse impávidamente la versión realizada por David Blanco de «Yo soy el punto cubano». La belleza del audiovisual nos lleva a Celina, defensora de su Patria y de sus más grandes causas. De Cuba que «es muy bella», dijo: «No sé qué parte no inspira una décima». De voz restallante la calificó María Teresa Linares. Restallante es recordarla, tan cubana y tan ella.
Tomado de Granma Por: Madeleine Sautié
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