A partir del domingo 3 de noviembre regirá el horario normal en Cuba. A la 01:00 de la madrugada de ese día se deberá atrasar una hora a los relojes, con lo cual quedará restablecido en todo el territorio nacional.
La energía y los horarios tienen una relación directa que diversos especialistas consideran obligatoria e interesante. Por eso, propongo hacer un poco de historia:
David Prerau, en su libro “Aprovechar la luz del día”, recuerda que la primera persona en sugerir utilizar la iluminación natural fue Benjamín Franklin, uno de los padres fundadores de los Estados Unidos, y tal recomendación la manifestó en 1784.
Se dice que el político era muy madrugador y mientras estaba en París ejerciendo como diplomático se dio cuenta de que cuando era despertado, sobre las seis de la mañana, ya había luz de sobra, por lo cual si se cambiaba la hora ahorrarían grandes cantidades de combustible.
El primer momento de esplendor de los cambios horarios llegó con la Primera Guerra Mundial, cuando los países beligerantes aplicaron una economía en la que el funcionamiento industrial, la política y la sociedad se vieron subordinados a las necesidades del conflicto.
A partir de entonces, muchos países lo emplean indistintamente por los beneficios que supone aprovechar al máximo la luz natural, entre ellos “economizar” combustible. Esta práctica se regularizó en las naciones afectadas por la Crisis del Petróleo.
La aplicación del horario normal en Cuba, este año, ocurre en circunstancias en que el ahorro de electricidad deviene llamado de emergencia, dada la agudización de la crisis energética en el país.
Para algunos, será difícil a lo largo y ancho de la nación, pues, como se conoce, el tiempo que se disponga de servicio eléctrico deberá ser utilizado para garantizar lo imprescindible para la vida; sin embargo siempre habrá un modo de contribuir.
Lo podemos hacer desde la Isla de la Juventud, donde es mayor el número de horas con electricidad disponible; no nos equivocamos al decir que nuestro “tiempo de luz” es de 24 x 24.
Por eso somos, entre todos los cubanos, los que mejor podemos “gestionar” la utilización de la luz artificial, sobre todo en horario de cinco de la tarde a nueve de la noche, utilizando los equipos eléctricos de manera racional y consciente, acorde a la imperiosa necesidad de ahorrar en estos momentos.
Cuando amanezca el lunes 4 de noviembre, quizás usted no haya retrasado el reloj durante la noche del domingo 3; pero sabrá “la nueva hora” en su teléfono móvil que ya tiene incorporado automáticamente el cambio: será cuestión de “abrir los ojos”: verá llegar la claridad del día una hora antes, porque ya estaremos en horario normal.
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