En un rincón amable donde la comunidad decide encontrarse, el espacio “Aquí Estamos” abre sus puertas con la música como testigo de nuestra historia, memoria y alegría compartida. Cada segundo y cuarto jueves de mes, de 2:00 p.m. a 5:00 p.m., suena un canto distinto: voces, cuerdas, percusión, risas, pasos de baile.
Y cuando sube al escenario el Septeto Habanero —junto al proyecto Música Popular de Adolfo Mateo— el aire se llena del sonido profundo del son cubano, de su raíz viva, desenfadada y vital. Lo mejor: entrada libre, puertas abiertas para quien llegue con ganas de escuchar, mover el cuerpo o simplemente dejarse abrazar por la música.
El Septeto Habanero nace en La Habana en 1920, marcando el comienzo del “reinado del son” en Cuba. A lo largo de más de cien años de actividad y con una vigencia incuestionable, se ha consolidado como símbolo de la música popular criolla, con infinitas giras internacionales, decenas de discos y un repertorio que atraviesa generaciones.
Su estilo musical es el son tradicional cubano: la guitarra o el tres, la trompeta, las percusiones, las maracas; la voz clara, el ritmo cadencioso, la invitación irreprimible al baile. Con clásicos como “A la loma de Belén”, “Tres lindas cubanas”, “Cómo está Miguel” o “Elena la cumbanchera”, el grupo ha mantenido viva la llama del son, resistiendo modas pasajeras, reinventándose sin perder su identidad.
En reconocimiento a su trayectoria, el Septeto Habanero fue nominado al Latin Grammy Award en 2010 por su álbum “90 años”, un homenaje a su centenario. Además, su fonograma aniversario también obtuvo distinciones en ferias nacionales como Cubadisco, consolidando su valor cultural y artístico.
“Aquí estamos” es más que un concierto: es un momento de comunidad, bajo el manto del son, se acercan las generaciones para bailar, recordar y soñar. En los acordes del tres, en la trompeta puntual, en el canto alegre, se traza un puente entre aquel 1920 y el presente. El espacio deviene hogar de lo sonero, refugio de identidad y celebración del pueblo.
Es fácil imaginarlo: sillas dispersas, niños curiosos, risas, cuerpos que se mueven al compás, manos aplaudiendo. Es la Cuba de siempre —aquella de plazas, tambores y guitarras— renaciendo una vez más.
Foto: Tomada de CUBAHORA





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