El 1 de diciembre en Cuba adquiere un matiz único, cargado de memoria y orgullo nacional, donde el lazo rojo simboliza tanto la solidaridad global como el compromiso de un sistema de salud que abrazó la respuesta al VIH/SIDA desde sus inicios.
Mientras que en otros lugares la enfermedad fue recibida con miedo e inacción, la respuesta cubana se basó en una estrategia sanitaria temprana, que garantizó el diagnóstico universal y gratuito, y una integración del tema en la agenda política y social.
La fecha no solo es un recordatorio de los desafíos, sino una reafirmación del modelo cubano de acceso a la salud.
El 1 de diciembre en Cuba es un momento inspirador que reafirma la meta de erradicar la transmisión del VIH. Cuba ostenta el reconocimiento de la OMS por haber eliminado la transmisión materno-infantil del VIH y la sífilis, un hito global de la salud pública. La batalla final, impulsada por la resiliencia y la voluntad política, se libra ahora en el campo de la conciencia social, buscando alcanzar la meta de cero nuevas infecciones y asegurar que toda persona con VIH viva con dignidad. Es la promesa de una salud pública equitativa que el país renueva cada año bajo el signo del lazo rojo





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