Hace ciento cuatro años que Cintio Vitier vino al mundo con la buena estrella de la creación, y con el tiempo llegaría a convertirse en uno de los intelectuales cubanos más importantes y luminosos, dueño de una vasta obra que lo insertó de lleno en el panteón de los inmortales de las letras cubanas e hispanoamericanas.
Cintio fue poeta, novelista, crítico, ensayista, traductor, investigador literario y editor, con una envidiable obra que mereció el Premio Nacional de Literatura en 1988 y el Premio Juan Rulfo en el 2002 otorgado en México, entre otros lauros; autor de una obra que recoge libros emblemáticos dentro de la poesía de la Isla, tales como Vísperas y Testimonios, así como las antologías memorables Diez poetas cubanos y Cincuenta años de poesía cubana.
Vitier fue una de figuras fundamentales del Grupo Orígenes, junto a su esposa Fina García Marruz, y notables intelectuales como José Lezama Lima, Eliseo Diego, Gastón Vaquero, entre otros, formando parte del consejo de colaboración de notables revistas literarias como la mítica Orígenes, dentro de su legado se encuentra el haber dirigido el grupo de intelectuales que realizara para la Unesco la edición crítica de Paradiso, novela de Lezama.
Fue un intelectual de profunda raigambre ética y radical cubanía, cualidades reflejadas con énfasis en su libro Ese sol del mundo moral y en los profundos y enjundiosos trabajos que escribió sobre la vida y obra de José Martí, parte de esa acuciosa labor la realizó como miembro del prestigioso Centro de Estudios Martianos.
De su pluma salió Lo cubano en la poesía, conjunto de brillantes conferencias donde se visualiza de forma bella el extenso panorama del hacer poético de la nación, libro sobre el cual Vitier expresó que se trataba de un “estudio lírico acerca de las relaciones de la poesía con la patria”, en cuya búsqueda ofrecía “una imagen espiritual de nuestro ser”.
0 comentarios