Cada agosto, el mundo se detiene a mirar el agua no solo como recurso, sino como espejo de nuestras decisiones colectivas. La Semana Mundial del Agua, que se celebra del 24 al 28, se convierte en un espacio de diálogo urgente sobre cómo el agua puede ser víctima, pero también solución, frente a la crisis climática. En 2025, bajo el lema “Agua para la acción climática”, el evento convocó a más de 5.000 participantes de 130 países, incluyendo voces del Sur Global que reclaman justicia hídrica y resiliencia comunitaria.
En Cuba, esta efeméride se articula con acciones concretas lideradas por el Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INRH), el CITMA, y organizaciones juveniles como la UJC . Se desarrollan talleres sobre ahorro doméstico, monitoreo de acuíferos, y campañas educativas en escuelas y comunidades rurales. En paralelo, se actualizan los planes de manejo integrado de cuencas y se promueve el uso de tecnologías sostenibles para el tratamiento de aguas residuales.
En la Isla de la Juventud, donde la gestión del agua es un reto cotidiano, la semana se vivirá con especial intensidad. Se organizan recorridos por embalses como La Guanábana y Malpaís, jornadas de limpieza en zonas costeras, y cápsulas radiales que sensibilizan sobre el vínculo entre agua, salud y equidad.
El telecentro Islavisión y la emisora comunitaria Radio Caribe difunde mensajes que dignifican el cuidado del agua desde la memoria local, mientras jóvenes creadores impulsan contenidos visuales y sonoros que conectan la efeméride con la identidad pinera.
En paralelo, brigadas estudiantiles y promotores ambientales desarrollan microcampañas en redes sociales y espacios públicos, con mensajes que combinan poesía, datos y orgullo local que buscan activar la conciencia hídrica desde lo cotidiano, resignificando el agua como símbolo de pertenencia, cuidado y futuro compartido.
La Semana Mundial del Agua no es solo una cita internacional: es una oportunidad para que territorios como la Isla de la Juventud reafirmen su compromiso con la sostenibilidad, la innovación cultural y la acción climática desde lo local. Porque en cada gota que se cuida, se filtra o se celebra, late la esperanza de un futuro más justo y resiliente.
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