El restaurante El Dragón, cariñosamente conocido como “el Chino” por generaciones de pineros, ha renacido con fuerza tras su reciente reinauguración. Más que una renovación estructural, el espacio ha apostado por una transformación integral, que incluye la incorporación de servicios de fonda, pensados para responder a las dinámicas cotidianas de la comunidad.
Este cambio no solo moderniza su oferta, sino que recupera el espíritu acogedor y funcional que lo convirtió en punto de encuentro habitual para trabajadores, familias y visitantes.
Según Walter Sánchez cocinero del establecimiento este espacio, pensado para quienes buscan una comida rápida pero sabrosa, ofrece una variedad de platos que conectan con el gusto popular y la tradición culinaria local. La sopa, por ejemplo, se ha convertido en uno de los favoritos del menú: reconfortante, bien sazonada y servida con generosidad, es el tipo de plato que evoca hogar y pausa en medio de la jornada.

También destaca el picadillo en sus distintas versiones, desde el clásico criollo hasta variantes más creativas que incorporan ingredientes locales. Esta versatilidad permite que cada comensal encuentre una opción que se ajuste a su preferencia, sin perder el sabor auténtico que caracteriza al restaurante. Con estas propuestas, el restaurante pinero reafirma su compromiso con una cocina accesible, digna y profundamente conectada con la identidad pinera.
Hoy, el Dragón se erige como símbolo de cómo la gastronomía cubana y pinera puede reinventarse sin perder sus raíces. Con una propuesta que combina tradición culinaria, atención cercana y adaptación a las nuevas demandas, el restaurante demuestra que la memoria local también se sirve en platos bien pensados.
Su evolución es testimonio del potencial que tienen los espacios comunitarios para renovarse con sentido, dignificando lo cotidiano y fortaleciendo el tejido social desde la cocina.
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