Se dice que el periodista cubano Augusto Ferrer de Couto, fue el que le puso el epíteto La única, a Rita Aurelia Montaner Facenda o simplemente Rita Montaner y Rita a su vez, fue la que popularizó el Bola de Nieve, de Ignacio Villa, quien fuera su pianista acompañante.
Nacida en el habanero municipio de Guanabacoa el 20 de agosto de 1900. Floreció como una de las más grandes artistas cubanas del teatro, la radio, el cine y la televisión.
De voz bien marcada, de soprano, armonizaba a capela sin previa entonación, su gusto por hacerlo en el ámbito familiar de su casa acaecieron su primer escenario, aunque quiso ser siempre “visible” y lo fue.
En 1917, se graduó de piano, canto y armonía, realizó conciertos con fines benéficos y desde entonces, ligada a prestigiosos artistas y músicos nacionales y de Estados Unidos, Europa y América, dio a conocer su arte
Rita se definía por ser a una mulata cubana en todos los sentidos, tanto por su locución corporal como por la forma de hablar y cantar.
Ya desde el año 1922 incorpora a su imagen el típico peinado de la época (cabellera partida en dos y raya al medio) que junto al lunar de la frente se convirtieron en signo distintivo.
Pero no todo fue color de rosa, por su origen étnico y su condición de mujer la hicieron sufrir doble discriminación, pero supo imponerse a través de su cubanísimo arte. Se le reconoce por ser la primera voz femenina que se escuchara en la radio nacional.
Le llamaron «Rita de Cuba» y ya en 1942 hacía rato que era conocida por el calificativo de “La Única». Rita de Cuba, Rita la Única.
Al decir de esta valerosa mujer el Poeta Nicolás Guillén expreso: “No hay tan adecuado modo de llamarla, si ello se quiere hacer con justicia. De Cuba, porque su arte expresa hasta el hondón humano lo verdaderamente nuestro. La Única, pues solo ella, y nadie más, ha hecho del “solar” habanero, de la calle cubana, una categoría universal”.
Para el compositor cubano Ernesto Lecuona ella fue «el arte en forma de mujer»; sus cualidades vocales eran excepcionales y fue además una pianista de línea. «Anunciarla era tener el teatro lleno por anticipado».
Mientras, el escritor Miguel Barnet la valoró: “Como la ola trabaja en el arrecife, así pule la expresión nacional, con una gesticulación propia y una forma de cantar”.
La cultura de Rita asombraba. Hablaba de todo. Asimilaba cuanto leía y oía. Además, lo que sus bellos ojos veían, no lo olvidaba jamás. Su nombre fue siempre timbre de gloria.
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