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Fidel y la Isla: entre la utopía y la pertenencia

Publicación: 11 Ago, 2025

Tras el triunfo revolucionario de 1959, la mirada de Fidel Castro se posó sobre Isla de Pinos con una mezcla de urgencia y visión estratégica. Aquella tierra, marcada por el abandono y la desigualdad, se convirtió en laboratorio de justicia social, en escenario de promesas concretas y en símbolo de lo posible.

La primera visita de Fidel en junio de ese año no fue ceremonial: fue fundacional. Propuso once tareas para transformar la Isla, desde la nacionalización de propiedades hasta la creación de un plan de desarrollo integral. En sus palabras y recorridos, la Isla de Pinos dejó de ser periferia geográfica para convertirse en centro político y pedagógico.

Segun Nancy Ramirez Ramos, presidebta de la Filial de Historiadores en la Isla de la Juventud, con el tiempo, la presencia de Fidel se volvió recurrente. Más de cuarenta visitas, cada una con gestos de escucha, de inspección directa, de diálogo con el pueblo. En 1978, la insula cambió de nombre: pasó a llamarse Isla de la Juventud, en honor a los miles de estudiantes que llegaban para revitarlizar esta Isla. Fue también un acto simbólico: la juventud como fuerza transformadora, como sujeto histórico.

Fidel no solo impulsó cambios materiales escuelas, hospitales, infraestructura sino también una narrativa de dignificación. En sus discursos, la Isla era ejemplo, vanguardia, semilla de futuro. Y aunque no todos los sueños se cumplieron como se pensaron, su vínculo con este territorio dejó huellas profundas en la identidad pinera.

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