El sistema financiero de Bretton Woods, nacido tras la Segunda Guerra Mundial, es irreformable debido al papel hegemónico de Estados Unidos. Sin embargo, el Nuevo Banco de Desarrollo de los BRICS y la desdolarización indican que ya hay un proceso de sustitución de la arquitectura financiera en curso, según expertos consultados por Sputnik.
Durante la XVII Cumbre de los BRICS, el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, criticó duramente el papel del Fondo Monetario Internacional (FMI), al que acusó de agravar las crisis económicas en las últimas décadas.
Además, el mandatario brasileño dijo que los BRICS —que representan cerca del 49% de la población mundial y el 40% del PIB global— tendrían que tener un poder de voto en el FMI equivalente al 25%, muy por encima del 18% actual, debido a su peso económico.
«Las estructuras del Banco Mundial y del FMI sustentan un Plan Marshall al contrario, en que las economías emergentes y en desarrollo financian las necesidades de los países más desarrollados», sentenció el mandatario brasileño.
En ese sentido, Lula convocó a reformar las instituciones nacidas en Bretton Woods, hace unas ocho décadas, al considerar que es necesario un «nuevo tipo de financiamiento» que priorice a los países en desarrollo.
Ahora bien, cabe preguntar por la posibilidad de emprender cambios profundos en los organismos multilaterales económicos, toda vez que, en 80 años de existencia, los intentos de emprender una reforma al sistema han sido infructuosos, desde su colapso en la década de 1970, hasta la crisis financiera de 2008.
Una reforma imposible
Para el doctor en Economía Mundial por la Universidad de París X Nanterre, Raúl Guillermo Ornelas Bernal, el sistema de Bretton Woods es básicamente irreformable porque depende del financiamiento de EEUU.
«Hay un problema de poder muy fuerte, esto no es una cuestión de voluntad. Siendo una institución creada por personas, por países, por gobiernos, en principio, debería ser incluso muy fácil reformarlos», sostuvo el economista en entrevista con Sputnik.
No obstante, añade el experto, desde hace mucho tiempo, estas instituciones han sido una vía favorable a los grandes poderes occidentales, particularmente de Washington y sus aliados.
Así, Ornelas Bernal considera que, más allá de la necesidad urgente de que estas instituciones multilaterales cambien su forma de actuar, la posibilidad de que una reforma se haga realidad está bloqueada por la nación actualmente encabezada por Donald Trump.
Sobre este asunto, el economista peruano Óscar Ugarteche Galarza, autor del libro Historia crítica del FMI (UNAM, 2010), explica a este medio que el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial son las únicas instituciones en las que Estados Unidos tiene derecho de veto.
Para entender por qué el país norteamericano mantiene este control, el también investigador titular del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM (IIE) mencionó que se trata de un problema de origen, toda vez que el fundador del sistema de Bretton Woods es esa nación.
«Hay que recordar que quien funda Bretton Woods es Estados Unidos. Hay dos propuestas, la inglesa y la estadounidense. Los americanos, como están ganando la guerra, ellos le habían dado las armas a Inglaterra para pelear la guerra y ellos habían puesto tropas estadounidenses para terminar de ganar [el conflicto], pero en vista de que Inglaterra no estaba ganando, ellos, con la carta atlántica del 41 —que no fue firmada, no fue notificada nunca—, con ese mapa entero es que arman las instituciones financieras internacionales», relata el experto en economía política internacional.
«Y con eso, como ellos se colocan como excepcionales (…), son los garantes del sistema —eso es lo que ahora es tan destructivo—, colocan esta condición: ellos tienen derecho de veto», continúa.
Adicionalmente, Ugarteche Galarza señala que Estados Unidos trasladó dichas directrices de operación al aparato político del país norteamericano. Lo que quiere decir que el Subcomité de Seguridad Nacional, Financiamiento Ilícito y Organismos Financieros Internacionales, perteneciente al Comité de Servicios Financieros de la Cámara de Representantes, es el que define la política estadounidense en el FMI y el Banco Mundial.
«Si ellos no aprueban la iniciativa de reforma, no se reforma. Y ningún congresista de Estados Unidos va a aprobar una reforma donde [Washington] pierde peso en un organismo internacional. Eso no va a pasar», observa Ugarteche.
¿Qué puede ayudar?
Con él coincide el doctor en Economía por la UNAM, Oscar Rojas, quien señaló que el sistema de Bretton Woods no puede ser reformado porque «está hecho a imagen y semejanza del monopolio del dólar».
«Aquí lo importante es saber que también las instituciones como estructuras tienen su vida y sus generaciones. Lo que habría que buscar es el enunciamiento de nuevas estructuras institucionales, de nueva generación, aprendiendo lo que operativamente, aunque no efectivamente, se hizo, pero ahora generando igualdad sustantiva», argumenta el economista.
En ese sentido, más que una reforma, Rojas menciona que es necesaria una propuesta global de nuevas instituciones que trabajen a partir de la desdolarización y que conecten a las economías en sus propias monedas locales.
Además, el economista sostiene que, frente a la crisis civilizatoria actual, es importante recordar que las hegemonías no se construyen solamente a través de instituciones, pues también recurren a las narrativas históricas.
«De lo que se trata es de que ahora las nuevas instituciones se puedan nutrir de todas las experiencias de los problemas del desarrollo que han tenido la mayoría de los países del mundo, para poder cambiar las instituciones y las políticas económicas. Pero esto solamente se va a hacer si cambiamos también la visión histórica», pondera el también docente en la UNAM.
En esa línea, Ugarteche Galarza argumenta que, tal como sucedió en el pasado, cuando el Banco de Pagos Internacionales —creado para gestionar las reparaciones de Alemania después de la Primera Guerra Mundial— fue sustituido por el FMI y se convirtió en un centro de estudios, en la actualidad, hay un proceso de desplazamiento, que está dando lugar a una «arquitectura financiera oriental».
«El Banco de Pagos internacionales existe hoy día todavía, no desapareció. Lo que pasó fue que cambiaron sus funciones, porque cuando EEUU lidera Bretton Woods en el 44, lo que hace es dejar de lado este banco que había estado tan asociado al régimen nazi, lo deja de lado y crea un sistema multilateral distinto», dice el experto.
«Yo creo que el destino del Fondo es ser un centro de estadísticas. Hay que recordar que [este organismo] estaba en vías de extinción cuando en el año 2008 estalla la crisis. Y ahí se revive [este ente], porque no tenía dinero para hacer nada», agrega.
De esa manera, el experto considera que, actualmente, existen diversos elementos que dan cuenta de un proceso similar de sustitución de la arquitectura financiera global, como los swaps —que permiten realizar pagos sin depender del dólar— utilizados por el Banco Central de China y otros bancos centrales.
«Este mecanismo de los swaps entre los bancos centrales del mundo sustituye el papel que antes tuvo el Fondo Monetario. El FMI ya está siendo desplazado y hay una arquitectura financiera, yo la llamo oriental, porque no es solamente China, donde están operando pagos en moneda nacional, donde el vehículo de canalización de los pagos es el CIPS [Cross-Border Interbank Payment System], en el lugar del SWIFT, que es el occidental», comenta el profesor de la UNAM.
«Después está el Nuevo Banco de Desarrollo [de los BRICS], que se basa en lo que fue el Banco del Sur», lo que da cuenta de una «arquitectura alternativa existente».
Además, Ugarteche Galarza destaca que este escenario se acentuará en la medida en que Washington impone sanciones unilaterales y aranceles a los países que considera sus enemigos.
«Se están utilizando herramientas no solamente no convencionales, sino que no son legítimas, para hacer la guerra a lo que Estados Unidos considera que son sus enemigos y la alternativa claramente es otra arquitectura, donde esas sanciones no tengan ningún papel», razona el economista.
«Ese es el camino que está tomando la formación de la nueva arquitectura y, en esa dirección, el discurso de Lula es un discurso político, porque lo que él está diciendo es: hay que reformar esto que no es reformable y, al mismo tiempo, el propio Brasil está a la cabeza del Nuevo Banco de Desarrollo, tomado de la idea del Banco del Sur, como una alternativa frente a los abusos del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional», finaliza.
Tomado de Sputnik
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