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El banco de los BRICS abre sus puertas a Colombia: ¿Nace una nueva diplomacia económica?

Publicación: 28 Jun, 2025

Categorías: Internacionales

«Celebro la noticia que trasciende lo financiero y amplía nuestro horizonte. Colombia se une oficialmente al banco de los BRICS (…) después de la solicitud hecha por el presidente Gustavo Petro en Shanghái el pasado mayo. Seguimos abriendo camino hacia nuevas oportunidades para el país», indicó la canciller Laura Sarabia en X.

La razón fue el ingreso formal de Colombia al Nuevo Banco de Desarrollo (NBD), la institución multilateral de los BRICS, conformados por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica.

La adhesión fue confirmada por la presidenta de la institución bancaria, Dilma Rousseff, durante una reunión que sostuvo con el mandatario ruso, Vladímir Putin, en el marco de la realización del Foro Económico Internacional de San Petersburgo (SPIEF).

Se trataría de uno de los movimientos más audaces de la política exterior colombiana en décadas y ha sido interpretado por expertos como un giro hacia un modelo de integración con el sur global, en busca de autonomía estratégica frente a los centros tradicionales de poder financiero.

«La pertenencia a BRICS, aún parcial o limitada, implica un cuestionamiento de esa matriz dependiente», asegura el analista político Jaime Corena Parra en entrevista con Sputnik

Para el también docente universitario, esta decisión marca una «inflexión sustancial en el marco de la política exterior del país», y debe leerse no como una simple estrategia financiera, sino como una acción profundamente política que responde a una necesidad urgente: la de recuperar la autonomía estratégica y la soberanía nacional.

Un giro estratégico

Colombia, históricamente alineada con los intereses de Estados Unidos, ha sido, en palabras de Corena, «una pieza subordinada en el ajedrez geopolítico de Washington, articulada a su estrategia hemisférica de control tanto económico como militar».

Desde esa perspectiva, el ingreso al NBD representa una reorientación hacia el sur global, pero no como alineamiento automático con otras potencias, sino como «una apuesta por la construcción de un mundo multipolar, donde los países del sur puedan ejercer su derecho a definir su propio destino sin el tutelaje del capital financiero global».

La llegada de Colombia a esta institución bancaria —creada por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica para financiar proyectos de desarrollo sostenible e infraestructura— se da en un contexto de múltiples tensiones entre Bogotá y Washington.

El presidente de la nación sudamericana ha sido claro en su propósito de diversificar las relaciones internacionales del país y abrir nuevos canales de cooperación con Asia, África y América Latina. En esa línea, la reciente adhesión de Colombia a la Iniciativa de la Franja y la Ruta también fue vista como una señal inequívoca de cambio.

Para Corena, la membresía colombiana en el NBD puede convertirse en una palanca poderosa para la integración regional.

«La presidencia pro tempore de la CELAC que ejerce Colombia en este momento es una oportunidad histórica para reactivar las aspiraciones de unidad de Nuestra América», explica.

El especialista añade que el mandatario colombiano ha planteado una visión que actualiza el ideario de Bolívar y Martí en clave de transición ecológica, justicia social e integración productiva.

«Petro podría proponer una línea específica de crédito dentro del banco para iniciativas de integración latinoamericana, lo que significaría recuperar una visión que fue traicionada por las instituciones financieras tradicionales, como el BID (Banco Interamericano de Desarrollo), hoy convertidas en mecanismos de dominación ideológica del neoliberalismo», afirma.

En ese marco, Corena sugiere, incluso, la posibilidad de crear una mesa técnica CELAC–BRICS, que articule proyectos regionales con financiamiento multilateral no condicionado, complementándose con otras iniciativas como el SUCRE, el Banco del ALBA o la propuesta de moneda común regional.

En comparación con organismos como el Fondo Monetario Internacional (FMI) o el BID, el Nuevo Banco de Desarrollo ofrece, según el analista, ventajas claras.

«Las instituciones tradicionales han operado históricamente como instrumentos de subordinación. Sus préstamos vienen atados a paquetes de reformas estructurales —privatización, flexibilización laboral, austeridad fiscal— que han destruido nuestras economías y debilitado el tejido social».

Por el contrario, el NBD se presenta como un instrumento financiero que respeta la soberanía de los países miembros.

«No impone condicionalidades macroeconómicas regresivas, y su foco está en financiar proyectos que contribuyan al desarrollo sostenible, a la transición energética y a la inclusión social», subraya Corena. En este punto, el analista introduce un matiz importante: «Ninguna relación financiera está exenta de contradicciones. China, como principal actor del banco, también tiene intereses estratégicos y económicos».

La clave, advierte, está en que Colombia ingrese a esta instancia con una estrategia nacional clara. «No se trata de cambiar de amo, sino de dejar de tener amos», pondera.

Mirar al sur global

El ingreso al NBD también debe analizarse en el contexto de la «autonomía estratégica» promovida por Petro.

«La unipolaridad se está agotando, y los BRICS encarnan el proyecto de un orden mundial más equilibrado», plantea Corena.

Sin embargo, reconoce que Colombia mantiene profundos lazos económicos, militares y culturales con Estados Unidos y Europa, por lo que «no se trata de romperlos de manera abrupta, sino de construir una política exterior soberana que no sacrifique los intereses nacionales a los dictados de ninguna potencia«.

«Colombia deberá sostener una posición de no alineamiento activo. Es decir, no subordinarse ni al capital occidental ni al asiático, sino promover una agenda internacional centrada en la defensa de la vida, del planeta y de los pueblos», señala el académico, quien recalca que «la neutralidad no debe ser pasividad, sino ejercicio firme de soberanía».

Más allá del acceso al crédito, el NBD podría convertirse en una herramienta para implementar los pilares de la política exterior petrista: la transición energética justa, la paz total y la lucha contra el cambio climático.

«La transición energética justa requiere inversiones colosales, y Colombia no puede asumirlas sola ni depender del capital especulativo», apunta. En ese sentido, Corena ve con optimismo el papel que podría desempeñar el banco en proyectos como plantas solares en La Guajira, redes eléctricas inteligentes, transporte público electrificado y reconversión de industrias contaminantes.

La paz total también necesita recursos sostenibles y no condicionados, especialmente para las regiones más excluidas.

«No solo para desmovilizar a los actores armados, sino para construir economías alternativas, infraestructura rural, servicios sociales y justicia territorial», explica. El NBD, en ese sentido, puede ser un socio clave para implementar los acuerdos de paz en zonas como el Pacífico y el sur amazónico.

Respecto a la lucha climática, Corena propone ir más allá. «¿Por qué no plantear un fondo regional para el bioma amazónico, financiado desde el NBD con participación de los países de la región y cooperación sur-sur?», reflexiona. Lo mismo aplica para los grandes proyectos de conectividad bioceánica: trenes eléctricos, corredores ecológicos, pasos fronterizos integrados.

En suma, concluye el analista, «todo eso es parte de la visión de una Colombia que no sea más patio trasero, sino columna vertebral del nuevo orden solidario y multipolar».

Tomado de Sputnik Por: José Negrón Valera

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