París, Alumnos de la Escuela Nacional de Música de Cuba causaron hoy sensación con su talento en la inauguración del Festival del Caribe de Enghien-les-Bains, localidad de la Región Parisina, donde el Son acuñó una velada para el recuerdo.

Las emociones llegaron en serie al Centro de las Artes (CDA) de la pintoresca ciudad para el arranque de cuatro días de conciertos, conferencias y clases de baile con el protagonismo de la isla, aunque en esta ocasión los organizadores tienen a Brasil como invitado de honor.

En la primera propuesta, estudiantes de la Escuela de Música y de Danza de Enghien-les-Bains homenajearon a las raíces musicales africanas, y seguidamente compartieron escenario con los visitantes cubanos en un breve periplo jazzístico que cautivó al público en la repleta instalación.

La sorpresa del auditorio fue mayúscula cuando el director del CDA, Dominique Roland, comentó que los adolescentes franceses y antillanos apenas habían ensayado juntos el día antes.

Derroche de pasión, harmonía y sincronismo pusieron un sello hermoso al espectáculo, el de un puente de amistad y amor que a cada segundo de la actuación conjunta devoró kilómetros y kilómetros del azul que separa a ambos países.

El público aplaudió sin preocuparse por identificar el origen de los prometedores artistas, fundidos en una complicidad que también celebraron los directores de las escuelas, el local, Philippe Basque, y el visitante, Daniel Pérez.

Para el cierre de la velada, el Septeto de la Escuela Nacional de Música de Cuba apeló al Son, popular género músico-danzario portador de la identidad de la mayor de las Antillas y candidato a integrar el Patrimonio Inmaterial de la Humanidad regido por la Unesco.

Después del inconfundible Chan Chan de Compay Segundo, las butacas del teatro comenzaron a quedarse vacías porque sus moradores buscaron espacio para bailar cerca del escenario, y allí permanecieron hasta el final.

Lágrimas negras, de Miguel Matamoros; El Guararey de Pastora, de Roberto Baute; Échale salsita, de Ignacio Piñeiro; El Cuarto de Tula, de Sergio González, y A Bayamo en coche, de Adalberto Álvarez, resonaron en la sala, prueba de la madera de virtuosos de los jóvenes músicos.

El director del CDA en sus palabras agradeció a las autoridades de Enghien-les-Bains, a la incansable promotora cultural Carmen Mayans y a todos los que hicieron posible la nueva propuesta de un Centro con más de dos décadas de lazos culturales con Cuba, y más tiempo aún dedicado a tender puentes entre los pueblos y su gente.

La invitada especial de la noche fue la presidenta del Instituto Cubano de la Música, Indira Fajardo, quien agradeció a los organizadores del Festival del Caribe por la oportunidad de presentar el talento de los músicos de la isla.

El Jazz y el Son no fueron las únicas propuestas de la jornada inaugural del evento, en la que ofrecieron un espacio para el baile a lo cubano los danzarines profesionales Yalily Rodríguez e Iván Martínez y la Oficina de Turismo de la Embajada de Cuba en Francia instaló un estand con información sobre el atractivo destino.

El festival culminará el sábado con otra presentación del Septeto de la Escuela Nacional de Música del país caribeño y el esperado concierto, en la escena flotante del lago de Enghien-les-Bains, del grupo Havana D’Primera, liderado por el virtuoso trompetista y cantante Alexander Abreu, galardonado con varios premios, entre ellos el Grammy Latino.

Tomado de PL