La salud no es solo la ausencia de enfermedad. Es mesura, prevención, conciencia. Por eso, cada 7 de abril, más de 190 países reconocen el Día Mundial de la Salud como una fecha clave para repensar las políticas sanitarias, visibilizar desigualdades y recordar que el derecho a la vida digna pasa también por un sistema médico eficiente y universal.
La efeméride, impulsada por la Organización Mundial de la Salud tiene como objetivo principal difundir recomendaciones médicas y crear un espacio anual para discutir el presente y futuro de la salud global desde un enfoque humano, social y político.
Según los conocedores del tema cuentan, que tras los estragos dejados por la Segunda Guerra Mundial, en el año 1948 las naciones del mundo firmaron un acuerdo sin precedentes: crear un organismo internacional capaz de velar por la salud pública global.
Así nacía la Organización Mundial de la Salud, cuya acta constitutiva entró en vigor el 7 de abril de ese mismo año. Desde entonces, esa fecha se conmemora como el Día Mundial de la Salud.
Cabe destacar que la elección no fue casual. La posguerra dejó en evidencia que la salud debía convertirse en un derecho esencial, no en un privilegio.
La fundación de la OMS marcó un antes y un después: por primera vez, los países reconocían que la cooperación sanitaria podía salvar millones de vidas.
El Día Mundial de la Salud no es una simple efeméride. Es un llamado a tomar conciencia sobre la fragilidad de nuestros sistemas sanitarios, la desigualdad en el acceso a tratamientos, las brechas entre países ricos y pobres, y la importancia de la prevención.
Conmemorar esta fecha implica también reconocer que la salud está vinculada a factores mucho más amplios que lo meramente clínico. El acceso a agua potable, vivienda digna, alimentación adecuada, educación e información confiable son también pilares fundamentales para garantizar el bienestar de las personas.
En Cuba, desde el Triunfo de enero de 1959, el gobierno ha puesto en primer lugar a la Salud Pública como un valioso proyecto social y revolucionario, con un sistema gratuito, accesible, integral, que no tiene discriminación.
En este camino, resulta imprescindible resaltar nuestro modelo de medicina familiar y el quehacer del médico y enfermera de la familia, así como el personal que labora en los policlínicos a todo lo largo y ancho de la nación que, a pesar de la difícil situación económica que para nadie es un secreto que tiene hoy Cuba, debido principalmente a las carencias materiales y de recursos ante la cruel política de bloqueo estadounidense, Cuba y su sistema de salud , es reconocido a nivel Mundial manteniendo así una atención primaria sin ningún nivel de distinción, ni interrupción en los servicios en las comunidades y barrios.
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