Con una mezcla de gratitud, humildad y profunda convicción, Cuba celebró a sus maestros. En medio de desafíos cotidianos y limitaciones materiales, la jornada por el Día del Educador puso el foco en la vocación de quienes forman a las nuevas generaciones, no por un premio, sino por el deber de contribuir a la educación de los demás. Desde las aulas de primaria hasta los laboratorios universitarios, se reconoció una labor que va más allá de enseñar: guiar, inspirar y construir, con paciencia y ejemplo, el futuro del país.
Justo, desde esa perspectiva, fue celebrado el acto de condecoraciones y reconocimientos de la Educación Superior, momento en que le fue impuesto el título de Héroe del Trabajo de la República de Cuba a Rolando Pascual Fundora La Rosa, quien se desempeña como director general de Servicios en la Universidad Central Marta Abreu de Las Villas (UCLV).

Esta alta distinción, recibida de las manos del Primer Secretario del Comité Central del Partido y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, es un reconocimiento a quien es ejemplo de humildad y rigor revolucionario, de lealtad inquebrantable a la Patria, del educador que no conoce el descanso. Un hombre que ha hecho de la exigencia, la humildad y la fidelidad absoluta a la Revolución, su mayor título académico.

También fueron agasajados con la Orden Frank País de primer y segundo grados, valiosos trabajadores, en reconocimiento a su extensa y destacada trayectoria que ha contribuido, significativamente, al desarrollo y perfeccionamiento del sistema educacional cubano. Otros educadores recibieron la medalla José Tey y la distinción Por la Educación Cubana.




Con una profunda mezcla de gratitud y sencillez, la profesora doctora en Ciencias Estrella María de la Paz Martínez, de la UCLV, al recibir su reconocimiento, recordó la emoción y la motivación que provoca, pero también «la duda de si tendremos suficiente obra, como para que nos la premien». Sin embargo, al revisar el expediente, se comprueba la evidencia de una vida entera de contribuciones: «Hemos hecho algo por la sociedad y por nuestro país», afirmó, refiriéndose a la formación de jóvenes, y a la elevación del nivel científico de profesionales y cuadros.
La profesora Estrella María definió el compromiso de los educadores como un quehacer cotidiano guiado por la ética y el respeto: «Sencillamente, vivimos y trabajamos haciendo lo mejor que podemos».

El ministro de Educación Superior, Walter Baluja García, reconoció el papel, histórico y actual, de los maestros y profesores cubanos, como forjadores de la nacionalidad y protagonistas de los logros de la Revolución.
Trazó, además, una línea histórica que vincula a los «maestros ilustres», que fraguaron el amor por una Cuba soberana con los educadores de hoy, a quienes definió como «principales impulsores de las ideas de una nación fuerte, independiente y libre». Gracias a su labor, subrayó, «la calidad y el humanismo de la educación cubana se reconoce en todos los rincones del planeta».
Con la mirada puesta en el centenario del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz y el cincuentenario del Ministerio de Educación Superior, el titular convocó a redoblar el trabajo en función de las misiones delineadas por el Líder Histórico. Citó el llamado visionario de Fidel, del 13 de marzo de 1959, sobre la necesidad de hombres preparados, y una universidad vinculada a la investigación y al progreso técnico del país, interpretándolo hoy como la base del actual «sistema de gestión de Gobierno basado en ciencia e innovación».

Con información del periódico Granma





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