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Nueva Gerona: donde el Caribe susurra historias

Publicación: 24 Nov, 2025

En la Isla de la Juventud, donde el sol se posa con ternura sobre las palmas y el mar canta su eterna canción azul, se encuentra Nueva Gerona, ciudad de memorias dulces y silencios que hablan. Fundada en 1830, esta urbe insular no solo es capital geográfica, sino también el corazón palpitante de una isla que ha sido refugio, escuela y promesa.

El boulevard José Martí, antes calle 39, es su columna vertebral y su verso más recitado. Bajo sus faroles antiguos y ceibas centenarias, los pasos resuenan como estrofas de una poesía cotidiana. Allí, los cafés murmuran confidencias, los niños juegan con la brisa, y los murales cuentan historias de lucha, sueños y resistencia. Es un paseo que no se camina: se vive.

A un costado, el río Las Casas serpentea como un espejo líquido que refleja el alma de la ciudad. Desde sus orillas, se divisan las montañas que abrazan a Nueva Gerona como una madre protectora. En las tardes, el cielo se incendia de naranjas y púrpuras, y los pescadores regresan con la sal en la piel y la esperanza en los ojos.

Nueva Gerona es también memoria viva. En sus calles aún resuenan los ecos de los jóvenes que llegaron de África, América Latina y Asia para estudiar y construir un mundo nuevo. Fue aquí donde la utopía se vistió de uniforme escolar y se sembró en los campos fértiles de la isla, regada por la fe en un mañana compartido.

La ciudad no se detiene. Aunque el tiempo parezca flotar con parsimonia, hay un pulso constante en sus plazas, en sus mercados, en las aulas donde se forjan nuevas generaciones. La cultura florece en cada esquina: guitarras, pinceles, versos y danzas que brotan como bugambilias en los portales.

Y sin embargo, lo más valioso de Nueva Gerona no está en sus paisajes ni en sus edificios de colores desvaídos por el sol. Está en su gente: hospitalaria, resiliente, orgullosa. Son ellos quienes, con su andar sereno y su mirada franca, sostienen la esencia de este rincón del Caribe.

Así es Nueva Gerona: una ciudad que no necesita gritar para ser escuchada, que no presume de su belleza porque sabe que la verdadera hermosura está en su alma. Una ciudad que, como el río que la atraviesa, sigue su curso con dignidad, llevando consigo la historia de una isla que nunca deja de soñar.

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