El Baile Nacional, el danzón, fue declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Nación, un 24 de noviembre de 2013, para beneplácito de los habitantes de Cuba.
El danzón nació en el Liceo de Matanzas en 1879, siendo su obra primogénita “Las Alturas de Simpson”, de la autoría de Miguel Faílde.
El conjunto que lo interpretó era una orquesta típica de viento, que contaba con cornetín, trombón de pistones, figle, dos clarinetes, dos violines, contrabajo, timbales y güiro.
Faílde, además de componer danzones, incursionó en las danzas, valses, pasodobles, marchas e instrumentaciones para bandas.
Como muchos estilos latinoamericanos, el danzón fusiona tradiciones africanas y europeas. Su ritmo característico es la clave, un ritmo de origen africano que combina una frase sincopada con otra no sincopada. El danzón fue la primera forma de música escrita basada en el ritmo de la clave.
Nacido en los salones de baile cubanos del siglo XIX, el danzón se convirtió con el tiempo en el baile nacional oficial del país. Sigue gozando de gran popularidad fuera de las fronteras de la isla grande, en México y otros lugares, en salas de conciertos y salones de baile, dejando una huella imborrable en la cultura latinoamericana.
Es mucho más que un baile, es una expresión cultural que representa la elegancia, la tradición y la alegría de nuestra gente. Bailar danzón no solo nos permite conectar con nuestra música y raíces, sino también nos brinda la oportunidad de socializar, relajarnos y disfrutar del momento presente.
Hoy este baile de salón se mantiene vivo, gracias al músico matancero Ethiel Faílde, el joven en cuyas manos recayó la condición de Patrimonio Nacional para el Danzón, un 24 de noviembre de 20213, actualmente dirige la Orquesta Típica con el nombre de su tatarabuelo, Miguel Faílde quien revitalizó el danzón como un género musical olvidado que apenas se recuerda como el Baile Nacional de Cuba.




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