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Máximo Gómez , eslabón importante en la historia de Cuba

Publicación: 20 Nov, 2025

Máximo Gómez Báez nació el 18 de noviembre de 1836 en Baní, República Dominicana, y aunque no era cubano de nacimiento, su vida quedó profundamente ligada a la historia de Cuba. Desde joven se formó como militar en el ejército español, pero con el tiempo su conciencia lo llevó a tomar una decisión trascendental: unirse a la causa independentista cubana. Esta decisión marcó el inicio de una trayectoria heroica que lo convertiría en uno de los principales líderes de las guerras por la independencia de Cuba.

Durante la Guerra de los Diez Años, iniciada en 1868, Gómez se destacó por su valentía y su genio militar. Fue pionero en el uso de la táctica de la carga al machete, una estrategia que infundía temor en las tropas españolas y que se convirtió en símbolo del coraje mambí. Su capacidad para organizar y dirigir tropas, muchas veces mal armadas y sin experiencia, fue clave para mantener viva la lucha durante años de intensos combates.

Tras la firma del Pacto del Zanjón en 1878, que puso fin a la Guerra de los Diez Años sin lograr la independencia, Gómez se retiró temporalmente, pero nunca abandonó su compromiso con la libertad de Cuba. En 1895, regresó para unirse a José Martí en la organización de la Guerra Necesaria. Fue nombrado General en Jefe del Ejército Libertador y lideró la histórica Invasión de Oriente a Occidente, una hazaña militar que demostró la capacidad del movimiento independentista para extender la lucha por todo el país.

Más allá de sus méritos militares, Máximo Gómez fue un hombre de principios firmes. Rechazó cargos políticos y privilegios personales, convencido de que su deber era servir a la causa sin buscar recompensas. Su humildad y sentido del deber lo convirtieron en una figura respetada incluso por sus adversarios. Su vida fue un ejemplo de entrega total a un ideal, sin esperar nada a cambio más que la libertad de un pueblo.

Para la juventud cubana, el legado de Máximo Gómez representa una fuente inagotable de inspiración. Su historia enseña que el compromiso, la disciplina y la valentía pueden cambiar el curso de la historia. En un mundo donde muchas veces se pierde el rumbo, recordar a figuras como Gómez ayuda a reafirmar valores esenciales como la justicia, la solidaridad y el amor por la patria.

Gómez falleció en La Habana el 17 de junio de 1905, pero su memoria sigue viva en el corazón del pueblo cubano. Monumentos, calles y escuelas llevan su nombre, y su figura es estudiada y venerada como uno de los grandes forjadores de la nación. Su ejemplo trasciende el tiempo y las fronteras, recordándonos que la lucha por la libertad y la dignidad humana es una causa universal.

Hoy, al conmemorar su natalicio, es oportuno reflexionar sobre el significado de su vida y obra. Máximo Gómez no solo fue un estratega militar, sino un símbolo de entrega y coherencia. Su legado interpela a cada joven cubano a comprometerse con su país, a luchar por sus sueños y a construir una sociedad más justa, solidaria y libre, tal como él lo soñó y por lo que entregó su vida.

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