Cada 15 de noviembre, el mundo se une para reflexionar sobre el impacto del consumo de alcohol en nuestras sociedades. Esta fecha, promovida por la Organización Mundial de la Salud, busca generar conciencia sobre los efectos que las bebidas alcohólicas pueden tener en la salud física, mental y emocional de las personas.
En Cuba, como en muchos otros países, el alcohol forma parte de diversas expresiones culturales y sociales. Sin embargo, en los últimos años se ha observado una creciente exposición de los jóvenes a este fenómeno, lo que plantea importantes desafíos para la salud pública y el bienestar colectivo.
La juventud representa una etapa de descubrimiento, vulnerabilidad y construcción de identidad. En este contexto, el consumo de alcohol puede convertirse en una vía de escape, una forma de integración social o simplemente una práctica normalizada. Es fundamental entender que no se trata de señalar culpables, sino de abrir espacios de diálogo y educación que permitan a los jóvenes tomar decisiones informadas.
Diversas iniciativas educativas en Cuba han buscado abordar esta realidad desde una perspectiva preventiva, promoviendo estilos de vida saludables y fomentando el pensamiento crítico. La escuela, la familia y los medios de comunicación juegan un papel esencial en la formación de valores que ayuden a los adolescentes a comprender los riesgos asociados al consumo excesivo de alcohol.
Además, es importante reconocer que muchos jóvenes cubanos muestran una actitud consciente y responsable frente al alcohol. Ellos mismos han impulsado campañas, debates y actividades comunitarias que promueven el autocuidado y la solidaridad entre pares. Este tipo de liderazgo juvenil merece ser visibilizado y apoyado.
El Día Mundial sin Alcohol no busca imponer restricciones, sino invitar a la reflexión. Es una oportunidad para que la sociedad cubana, en su diversidad, fortalezca sus estrategias de acompañamiento a la juventud, reconociendo sus potencialidades y escuchando sus inquietudes.
En definitiva, construir una cultura de salud y bienestar implica comprender los contextos, respetar las decisiones individuales y ofrecer alternativas que permitan a los jóvenes crecer en ambientes seguros, libres de presiones y con acceso a información veraz. Cuba, con su riqueza humana y su compromiso social, tiene todas las herramientas para seguir avanzando en ese camino.





0 comentarios