El teatro es un universo de emociones, y si la palabra y la acción son su cuerpo, la música es, sin duda, su alma vibrante. Es el hilo invisible que teje sentimientos, subraya dramas y eleva la comedia.
En este noble arte de la escena, la Maestra Araís Gómez Gómez se alza como una figura esencial, una verdadera orfebre del sonido.
Consagrada profesora con una brillante trayectoria en la Escuela Elemental de Arte Leonardo Luberta Noy, Araís Gómez es la encargada de infundir la emoción sonora en la obra teatral.

Reflexiones, el nuevo desafío escénico que el Grupo Tijo presentará en noviembre para celebrar su 34 aniversario.
Con su profundo conocimiento y vasta experiencia, la profesora Gómez toma el pulso a la obra para dotarla de una partitura que dialoga con cada gesto y cada silencio. Su labor va más allá de musicalizar: se trata de crear una atmósfera que amplifique el mensaje y toque las fibras más íntimas del público.
Sobre este apasionante reto de poner la emoción con la música en Reflexiones, y en su rol como tejedora de sensaciones en la escena, Araís Gómez explica que en el estreno no será en vivo por cuestiones médicas que no le permiten tocar el piano.

«Seleccioné cuidadosamente las melodías para acompañar escenas que lo llevan. Es un trabajo difícil, porque la música en este caso debe ser capaz de conectar con Adolfo Caicedo, uno de los actores del elenco. Hay de Silvio Rodríguez y no diré cuál, porque es sorpresa». Está obra tiene escenas muy fuertes y la música tenía que estar a la altura.
Tijo no ha sido su única experiencia, otras compañías también llevan su repertorio de conocimientos. Su labor es la prueba de que el teatro, en su máxima expresión, es un diálogo perfecto entre la palabra, el cuerpo y la melodía que lo eleva todo.





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