En el año 1839 se publica en Matanzas el libro Mi navegación. Poesías Marítimas. El libro había sido remitido por el escritor catalán Antonio Ribot y Fontseré desde Nueva Gerona, el 30 de junio del año anterior, a su amigo Ignacio Valdés Machuca, poeta, abogado y periodista habanero. En sus páginas se localizan seis poemas, además de las fechas y los lugares donde fueron escritos los poemas.
En el librito aparece el poema “Isla de Pinos”, escrito en la ínsula en el año de 1838. Ese texto constituye el primer canto, recogido por fuentes históricas, a la Isla de Pinos. Es más, Ribot se autoproclama en el poema como “el primer cantor de la Isla de Pinos”. En uno de sus fragmentos dice:
No es verdad, isla ignorada / acá en medio de los mares / ni una lánguida mirada / ni el peor de sus cantares / un poeta te ofreció? / Qué vate por ti suspira? / Cuándo un eco lisongero / exaltó por ti una lira? / Soy yo tu cantor primero…/ ¡Oh! Sí, el primero soy yo.
¿Pero… quién era Antonio Ribot y Fontseré? Este singular personaje de las letras había nacido en Vic, España en 1813 y murió en Madrid, en 1871, fue un hombre de profundas tendencias humanistas. Cursó estudios de medicina y cirugía, llegando a dirigir el Colegio de Medicina y Cirugía de Barcelona y a ser miembro del Círculo Médico de Montpellier y de la Academia de San Carlos de Madrid. Además, fue crítico, poeta, traductor, dramaturgo, ensayista, cronista y político. Fuera de la medicina, cursó estudios de humanidades y retórica, física, matemática y filosofía, biología y agricultura. Escribió poesía y teatro; además, colaboró en las publicaciones progresistas de la época, por ejemplo, en la revista El Museo Universal publicó sus famosas crónicas de costumbres sobre la Isla de Pinos. También desarrolla una amplia labor de traductor al castellano de autores como Julio Verne, Víctor Hugo, entre otros. Fue diputado de las Cortes Constituyentes 1854-1856 por Barcelona.
Desde joven se interesa y participa activamente en la política. Milita en el Partido Progresista, lo que motiva que sea objeto de múltiples persecuciones. En 1837 es deportado a Cuba junto a otros compatriotas liberales. El exilio será su potro del tormento, pero también fuente nutricia de inspiración. Luego de dos meses de viaje, pasa a ser preso en La Habana, entra al puerto de la ciudad el 19 de diciembre de 1837. Después de permanecer incomunicado allí dieciséis días es transportado a la Isla de Pinos, junto a ocho compañeros, ocho “hombres feroces”, según informe remitido desde Barcelona al general Miguel Tacón, para entonces gobernador de Cuba.
El día 5 de enero es trasladado a la goleta Mercedes de Trinidad y cuatro días después, el nueve de enero, a las nueve de la noche, llega a la Isla de Pinos. Cuando Ribot y sus compañeros pisan tierra pinera, Nueva Gerona tiene apenas siete años de fundada (17 de diciembre de 1830) y cuenta con una población cercana a los 200 habitantes.
A pesar del maltrato, las torturas y la vigilancia a que lo somete Miguel Tacón, capitán general de Cuba, se evade del penal de Isla de Pinos, para entonces, Colonia Reina Amalia, en compañía de cinco compañeros de infortunio (José María Canalejas, Joaquín Jaumar, Antonio Giberga, Cipriano Munné y Rafael Degollada)en la noche del 12 al 13 de noviembre de 1838.
Ya en el Golfo de México, Ribot y Fontseré compone el poema “La evasión”, que da cuenta de las peripecias de la fuga, y donde se burla de las autoridades españolas de la Isla de Pinos. Como escribe su coterráneo barcelonés, Luis F. Díaz Larios:
Ribot no inventa nada. Toda la peripecia de la marcha nocturna de los fugitivos a través de las sabanas, cafetales, manglares y bejucales, protegiéndose de nubes de mosquitos y de vigilantes cocodrilos, guiados por un [guajiro] que los embarca en la goleta Carmencita la negrera…, perseguidos después por un guardacostas… Las descripciones de la vegetación exuberante, los americanismos, el lenguaje de los compinches… Todo contribuye a la sugerencia de un mundo exótico en donde belleza, misterio y riesgo se funden como en un relato de Stevenson (el autor de La isla del tesoro).
Si Espejo de paciencia constituye el primer poema épico de Cuba, “La evasión” es el primero propiamente dedicado a la Isla de Pinos. El texto de La evasión fue compuesto en 1838; Espejo de Paciencia, en 1604, pero fue a dado a conocer también en 1838. El paralelismo del poema de Ribot con Espejo de paciencia es singular: los dos autores son españoles (Silvestre de Balboa era canario; Ribot y Fontseré, catalán); ambos poemas son de proporciones épicas modestas, con ciertas características noticiosas, de crónica; en las páginas de ambas obras se puede encontrar la presencia y caracterización de los personajes insulares, de la flora y la fauna, etcétera.
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