Esta semana, del 24 al 28 de agosto, el mundo celebró la Semana Mundial del Agua. Desde Estocolmo, más de 15 mil participantes de 193 países se reunieron bajo el lema “Agua para la acción climática”. Un llamado urgente a proteger el recurso más esencial de la vida, en medio de sequías, inundaciones y crisis hídricas que golpean cada rincón del planeta.

Pero, ¿cómo se vive esta urgencia en Cuba? ¿Qué significa el agua para quienes la esperan cada día, no como símbolo, sino como necesidad?

Según datos recientes del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos, cerca de un millón de cubanos enfrenta afectaciones diarias en el abasto de agua. La sequía, los apagones y la falta de recursos han deteriorado el sistema hidráulico nacional. Santiago de Cuba es la provincia más afectada, pero el problema se extiende por todo el país. En muchos hogares, el agua llega por pipas cada 30 días. En otros, simplemente no llega.

En la Isla de la Juventud, donde los ríos son breves y la lluvia es memoria, el agua no es solo recurso: es paisaje, es sustento, es ritual. Y también es desafío. El aislamiento geográfico y el deterioro de pozos y presas han obligado a buscar soluciones locales.

Desde Estocolmo, los debates internacionales han resaltado la sabiduría de los pueblos indígenas, el liderazgo juvenil y la urgencia de la justicia hídrica. Desde Cuba, la realidad exige soluciones sostenibles, participación comunitaria y voluntad política.

Y desde la Isla, este trabajo periodístico, pretende ser también una gota de conciencia. Porque el agua no se defiende sola. Necesita voces, manos, relatos.

En esta Semana Mundial del Agua, que culmina hoy que nuestras acciones fluyan como los ríos que aún resisten. Que cada gota cuente. Que cada historia inspire.