Cada 26 de Julio, la Isla de la Juventud se viste de historia, pero también de futuro. No es solo una fecha es un latido colectivo. Desde las aulas, centros de trabajos, jóvenes pineros mantienen vivo el espíritu de resistencia y renovación que aquella jornada encendió en la nación.
No se trata de recordar por costumbre, sino por convicción. Los jóvenes de esta ínsula no heredan el pasado como una carga, sino como un campo fértil. A través de encuentros estudiantiles sobre la historia del Moncada y la ética revolucionaria. Proyectos comunitarios que vinculan arte, ecología y memoria colectiva y Espacios digitales donde se dignifica el 26 de Julio desde una mirada contemporánea.

Proteger la historia no es solo un gesto de reverencia; es un acto de justicia intergeneracional. Los jóvenes pineros, con su energía y mirada crítica, se convierten en custodios del tiempo. Recogen los hilos de la memoria para tejer con ellos nuevos relatos que dialogan con el presente sin perder la raíz. Al hacerlo, impiden que el olvido borre los sueños que aún nos inspiran y las luchas que nos enseñan.
Desde las aulas hasta los espacios comunitarios, la juventud de la Isla aprende a hacer de la historia una herramienta viva. Documentar testimonios, restaurar lugares simbólicos, crear archivos sonoros o visuales… cada acción es un gesto de resistencia frente a la amnesia. Porque solo quien conoce su historia puede transformarla sin repetirla.
Este compromiso no se limita a actos protocolares se manifiesta en murales, podcasts, canciones, y campañas que celebran la autonomía, la diversidad y el derecho a soñar.
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