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La Edad de Oro, un clásico para los niños que quieren saber

Publicación: 30 Jun, 2025

Categorías: Isla de la Juventud

El periódico neoyorkino El Aviador Hispano-Americano del 27 de junio de 1889 anunciaba en sus paginas que “Ha salido a la luz el primer número del periódico mensual de ese nombre (La Edad de Oro), redactado por el eminente cubano José Martí”.  Sin embargo, la historiografía y el propio Martí registran que el número inicial de la revista mensual es del 1ro de julio de ese año.

       La revista surge con la intención de robustecer el espíritu de los niños  de América, de despertar el hombre dormido que todo niño lleva dentro, para que las bajas pasiones NO anidaran en el pecho de los pequeños peatones. En ese primer número apunta: “El niño ha de trabajar, de andar, de estudiar, de ser fuerte, de ser hermoso: el niño puede hacerse hermoso aunque sea feo: un niño bueno, inteligente y aseado es siempre hermoso”.

      En los cuatro números se publicaron materiales de diversos géneros y formatos: poemas, cuentos, fábulas, artículos sobre arquitectura, historia, músicos universales, patriotas de América, etc., muchos salidos de la invención del propio Martí o versiones realizadas por su pluma con el concurso de su fértil imaginación y bajo la égida de su ideario pedagógico.

     “Los niños son la esperanza del mundo”, escribe el Maestro y en ellos pone todo el empeño pedagógico de la revista, porque, como dice en este primer número, “Lo que importa es que el niño quiera saber”, para  más tarde cerrar con broche de oro en el cuarto y último número de la revista con la siguiente observación: “Los niños debían echarse a llorar, cuando ha pasado el día sin que aprendan algo nuevo, sin que sirvan de algo”.  

      La revista llegó a publicar cuatro números hasta el mes de octubre, luego de esa hazaña editorial que buscó hacer de los niños de América “hombres elocuentes y sinceros”, que dijeran bien lo que pesaban, Martí abandona su trabajo de redactor de la revista porque el editor propietario quería, según el Apóstol, que “hablase del temor de Dios, y que el nombre de Dios, y NO la tolerancia  y el espíritu divino, estuvieran en todos los artículos  e historias”.

     Bajo la máxima martiana  de que “Hay que dar al niño hombros para que sustenten el peso que la vida le eche encima, ―no peso ajeno que oprima sus hombros”, han marchado miles de niños cubanos, hombro con hombro, en su edad de oro, alumbrados por la palabra de aquella revista que este primero de julio llega a sus ciento treinta y seis años más joven que nunca.  

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