Durante años, miles de tutores felinos han intentado descifrar el significado exacto detrás de los maullidos de sus gatos. ¿Es hambre? ¿Aburrimiento? ¿Una protesta por el nuevo pienso? Y, aunque el instinto y la experiencia ayudan, lo cierto es que interpretar correctamente esas vocalizaciones sigue siendo más arte que ciencia. Pero eso está empezando a cambiar.

Un reciente preprint, titulado “FGC2.3 Feline Vocalization Classification and Cat Translation Project”, propone un modelo de inteligencia artificial capaz de identificar con un 95 % de precisión hasta 40 tipos distintos de vocalizaciones felinas. Este avance —aún pendiente de revisión por pares— no solo representa un logro técnico impresionante, sino también una puerta abierta hacia una comprensión más profunda del mundo emocional de los gatos.

Y no podía llegar en mejor momento. En un contexto en el que cada vez más personas se interesan por el bienestar emocional de sus mascotas, libros como Lo que la ciencia sabe de tu gato, de Mary Granero Fernández y publicado recientemente por la editorial Hestia, están ayudando a derribar mitos y a acercar la ciencia a los hogares. Porque conocer qué dice un gato cuando maúlla, ronronea o gruñe no es solo una curiosidad: es una herramienta poderosa para cuidar mejor de ellos.

El proyecto que podría traducir el lenguaje felino

Detrás de este avance está Vlad Reznikov, un ingeniero que lleva años trabajando en modelos de aprendizaje automático aplicados a la bioacústica animal. En su investigación, Reznikov y su equipo han construido una base de datos de sonidos felinos recolectados en entornos reales —hogares, clínicas veterinarias, protectoras— y los han clasificado según contexto, intención y forma acústica.

El sistema distingue cinco grandes grupos de comportamiento: socialización, alimentación, juego, estrés y búsqueda de atención. A partir de ahí, se han identificado 40 tipos distintos de vocalizaciones, entre ellas algunas tan específicas como el “maullido de frustración ante un juguete que no responde” o el “ronroneo de solicitud de contacto”.

El modelo trabaja con espectrogramas —representaciones visuales del sonido— que analiza como si fueran imágenes. Usando visión computacional, detecta patrones dentro del sonido, su duración, la forma en que varía el tono y la secuencia en que se produce. En resumen, traduce los sonidos del gato a un “lenguaje” que una máquina puede entender y clasificar.

Una conversación de 12.000 años

La domesticación del gato, según los hallazgos arqueológicos más recientes, comenzó hace unos 12.000 años en el Creciente Fértil. Desde entonces, gatos y humanos han ido adaptándose mutuamente, compartiendo hogares, alimentos… y sonidos.

A diferencia de sus primos salvajes, los gatos domésticos desarrollaron un repertorio vocal mucho más amplio. Etólogos y zoólogos han documentado más de 20 tipos básicos de vocalizaciones, que van desde el ronroneo y el bufido hasta el chirrido o el famoso “chatter” al ver pájaros por la ventana.

Pero lo que se está descubriendo ahora es que, dentro de cada uno de estos tipos, hay decenas de matices. Como ocurre con los humanos, el “meow” de un gato puede tener un significado diferente según su tonalidad, duración, intensidad e incluso su combinación con señales corporales como el movimiento de la cola o la posición de las orejas.

La IA ahora permite reconocer estos matices a una velocidad y con una precisión imposibles para el oído humano. Y esto no es ciencia ficción: ya hay apps, como MeowTalk, que incorporan versiones simplificadas de estos modelos y permiten a los usuarios obtener traducciones instantáneas de los maullidos de sus gatos. No son infalibles, pero están mejorando con cada actualización.

¿Realmente nos están hablando?

Una de las conclusiones más llamativas del preprint es que muchos maullidos de los gatos están específicamente dirigidos a los humanos. Es decir: no son sonidos que usen entre ellos, sino herramientas creadas evolutivamente para comunicarse con nosotros.

Esto ya lo habían apuntado etólogos como John Bradshaw o Charlotte Cameron-Beaumont en estudios previos, pero ahora se confirma con tecnología. El gato, en cierto modo, ha “modificado su lenguaje” para hablarnos. Y lo ha hecho de forma sorprendentemente eficaz: estudios de 2023 y 2024 han mostrado que muchos tutores, incluso sin entrenamiento formal, son capaces de reconocer emociones básicas en los maullidos de sus gatos.

Lo que la IA ofrece ahora es un marco sistemático para esa intuición. Un puente entre el lenguaje humano y felino, que puede utilizarse no solo para mejorar la convivencia, sino para detectar precozmente señales de dolor, ansiedad o enfermedad.

¿Puede una app entender a tu gato?

Aunque el entusiasmo es comprensible, los propios investigadores insisten en no caer en el espejismo de una traducción literal. Lo que hacen estos sistemas es clasificar sonidos según patrones acústicos y contextuales, no “leer la mente” del gato.

Además, hay límites importantes: no todos los gatos vocalizan igual. Algunos son naturalmente más silenciosos, otros desarrollan “acento” según la región o el entorno en que viven. Y, por supuesto, el lenguaje corporal sigue siendo una parte crucial de la comunicación felina.

Lo que sí está claro es que estas herramientas están ayudando a cambiar la percepción social de los gatos. Durante siglos considerados animales enigmáticos o distantes, ahora se revela que su mundo emocional y comunicativo es tan rico y complejo como el de cualquier otro animal doméstico. Solo hacía falta la tecnología adecuada para empezar a escucharlos.

Una guía para entender (de verdad) a tu gato

Y si bien la IA está revolucionando nuestra capacidad de interpretar los sonidos felinos, también es cierto que la clave para entender a un gato sigue siendo la observación consciente, la empatía y el conocimiento de sus necesidades emocionales y biológicas.

En ese sentido, el libro Lo que la ciencia sabe de tu gato, de Mary Granero Fernández y publicado por Hestia, se presenta como un complemento ideal para quienes deseen ir más allá del simple “traductor de maullidos”.

La obra, escrita con un enfoque divulgativo pero riguroso, desmitifica muchas de las ideas erróneas que rodean al comportamiento felino. Lejos de repetir consejos de internet o tradiciones sin base, Granero se apoya en investigaciones científicas para explicar por qué los gatos actúan como actúan, qué necesitan realmente y cómo podemos mejorar su bienestar desde el conocimiento y la sensibilidad.

Desde el significado del ronroneo (que no siempre es positivo) hasta la importancia del entorno y la socialización temprana, el libro ofrece una mirada integral y actualizada del mundo felino. Y, lo más importante, lo hace accesible para cualquier lector, sin necesidad de formación científica previa.

En un momento en que la tecnología empieza a dar voz a los gatos, contar con una guía como esta es más necesario que nunca. Porque, como sugiere Granero, entender a nuestros gatos no solo es posible: es imprescindible para vivir con ellos de forma respetuosa, saludable y feliz.

Tomado de Muyinteresante