La Isla de la Juventud, ubicada al suroeste de Cuba, separada del territorio nacional por el Golfo de Batabanó, es la segunda Isla más grande del archipiélago cubano y posee características geográficas que la establecen como un lugar de altos índices de recalos de drogas, estupefaciente, que en la mayoría de las ocasiones, es detectado y recogido por las autoridades y los miembros de los destacamentos cederistas Mirando al Mar.
Esta ínsula se encuentra entre rutas claves del Caribe y entre América Central, Sudamérica, lo que la convierte en un punto de paso geográfico para el tráfico ilegal de drogas hacia otros países y Estados Unidos, este último, el mayor consumidor de este tipo de sustancia en nuestro continente.
La Isla de la Juventud, a pesar de esta vulnerabilidad de recalo de drogas en sus costas, se mantiene con un bajo índice de consumo, gracias a las acciones preventivas y mecanismos de control que evitan la dispersión de los estupefacientes que puedan recalar a los litorales pineras.
Pero no es menos cierto que hoy circula en la sociedad pinera algún nivel de estupefaciente como el Químico y su consumo afecta fundamentalmente a la juventud, de ahí que se realizan acciones multisectoriales entre Educación, MIMINT, Salud Mental, organizaciones de masas y toda entidad que desde la comunidad desee sumarse a esta batalla.
En la actualidad, los jóvenes consumen alcohol, fármacos sin receta médica o una combinación de ellos, para lograr un efecto enajenador. En menor medida algunos prefieren el uso de sustancias ilícitas como marihuana, papelito o el llamado químico.
Estos últimos son drogas sintéticas que para su elaboración se utilizan sustancias tóxicas como formol y fentanilo, y otras sustancias se incluyen como mezclas caseras o «batidos» de diferentes químicos, diseñadas ilícitamente y con composición variable. Estos ingredientes son peligrosísimos y su uso puede causar graves daños a la salud, incluso la muerte.
Por estos días se incrementan los barrios debates sobre el tema del consumo de drogas en las escuelas, en lugares citadinos y rurales donde intervienen con argumentos agentes del orden público, médicos, y otras personas que tienen que ver con estas acciones manteniendo la política de tolerancia Cero.
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