En el contexto de la crisis climática global y los desafíos energéticos que enfrenta Cuba, la Isla de la Juventud emerge como un territorio pionero en la implementación de programas de transición hacia municipios sostenibles.

Con una población de 80 mil habitantes y un sistema eléctrico dependiente en un 95% de combustibles fósiles , este municipio especial se ha convertido en un escenario clave para proyectos innovadores que buscan combinar autosuficiencia energética, agroecología y resiliencia comunitaria. 

Uno de los esfuerzos más destacados es el Programa de Transición Energética, financiado por Italia y coordinado por el PNUD, que desde septiembre de 2024 hasta diciembre de 2027 impulsa soluciones renovables.

El poblado Cocodrilo, con 225 habitantes, sirve como laboratorio para tecnologías limpias, con el objetivo de reducir la dependencia de combustibles fósiles y mejorar la eficiencia energética. Este proyecto, en alianza con el gobierno local y ministerios cubanos, incluye una estrategia de incentivos financieros para escalar las iniciativas a largo plazo. 

Paralelamente, el programa Transición Agroecológica hacia Municipios Sostenibles, respaldado por la Unión Europea, seleccionó a la Isla de la Juventud entre ocho territorios cubanos para desarrollar cadenas de valor en proteína animal (aves, cerdos, peces) y energías renovables en fincas locales.

La comunidad La Reforma fue elegida para pilotar una micro-red energética sostenible, integrando paneles solares y biogás. Según Carlos Díaz González, coordinador del proyecto, el desafío no es solo técnico, sino cultural.

Aunque los avances son prometedores, persisten obstáculos. La inestabilidad en suministros y la necesidad de fortalecer la gobernanza local, señalados en talleres recientes . Además, la integración de actores diversos como la UNESCO en proyectos de turismo sostenible  o ONU-Hábitat en planificación urbana que requiere mayor coordinación para evitar duplicidades. 

La Isla de la Juventud está escribiendo un capítulo crucial en la sostenibilidad cubana. Si logra consolidar sus pilotos en Cocodrilo y La Reforma, podría ofrecer un modelo replicable para otras regiones insulares. Sin embargo, el éxito dependerá de mantener el financiamiento internacional, la participación comunitaria y una visión integral que vincule energía, alimentación y cultura ambiental. La autonomía municipal es el camino. Hoy, ese camino se transita entre innovación y urgencia climática.