Este 8 de junio se conmemoró el Día Mundial de los Océanos bajo el lema «Maravillas oceánicas: sostener lo que nos sustenta»*, una fecha que no solo celebra la belleza y misterio de estos ecosistemas, sino que expone una cruda realidad: su supervivencia pende de un hilo.

Los océanos, responsables del 50% del oxígeno que respiramos y hogar del 80% de la biodiversidad planetaria, enfrentan amenazas sin precedentes: desde la sobrepesca que ha mermado el 90% de las grandes especies marinas hasta los 5 billones de fragmentos de plástico que flotan en sus aguas. 

Y lamentablemente La Contaminación por plásticos también es una problemática que daña los océanos: Cada año, 8 millones de toneladas de plástico terminan en el mar, equivalente a un camión de basura por minuto. Para 2050, podría haber más plástico que peces en el océano. 

De igual modo El calentamiento global ha elevado la temperatura marina, provocando el blanqueamiento del 84% de los arrecifes de coral,  ecosistemas vitales para millones de especies.

Además la sobrepesca también constituye una problemática pues  el 37.7% de las poblaciones pesqueras están sobreexplotadas, mientras la pesca ilegal drena recursos sin control, especialmente en aguas como las del mar Argentino donde la industria pesquera mueve 1.700 millones de dólares anuales pero enfrenta la depredación de flotas extranjeras . 

La Conferencia de la ONU sobre los Océanos (UNOC3),  que inició este lunes hoy en Niza, Francia, busca traducir la preocupación en compromisos. Entre los focos clave: Ratificar el Tratado de Alta Mar: Solo 22 de 60 países lo han hecho, pese a que permitiría proteger el 30% de los océanos para 2030. Economía azul sostenible: Iniciativas como la reconversión de pescadores en guías turísticos conservacionistas, ejemplo en México o el desarrollo de plásticos solubles en agua salada  donde Japón muestran caminos viables. 

Además la conservación de las Áreas Marinas Protegidas (AMP) Argentina, con su mar patagónico —un «supermercado natural» para ballenas y pingüinos—, avanza, pero requiere más vigilancia contra la pesca indebida. 

Como señaló la científica Sylvia Earle, «No hay océano B». La preservación no es un gesto altruista, sino una cuestión de supervivencia. Desde reducir el consumo de plásticos hasta exigir políticas audaces a los gobiernos, cada acción cuenta. Los océanos nos han sostenido por milenios; hoy, es nuestro turno de devolverles el favor. Hoy más que nunca, el futuro es azul o no será.