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Una mujer adelantada a su tiempo

Publicación: 20 Mar, 2025

Ana Betancourt de Mora, nació en la hoy provincia Camagüey, entonces Puerto Príncipe, en 1832. Su ejemplo se convirtió en un estandarte para las luchas y la emancipación de la mujer en Cuba casi dos centurias atrás.

La sociedad patriarcal reinante en el siglo XIX y de cuyos rezagos, algunos se mantienen en la actualidad, le impedía a las féminas ocupar un lugar de privilegio tanto en el ámbito económico como cultural.

Por tal motivo esa necesidad de salir de la casa y llegar a un espacio de mayor reconocimiento, fue la meta de decenas de mujeres en la historia de las luchas independentistas de Cuba.

En la batalla contra el colonialismo español muchas salieron a la manigua o sirvieron de contacto entre los insurrectos y las ciudades. En el primer grupo se encontraba precisamente Ana Betancourt.

En diciembre de 1868, justo cuando la región que enlaza el centro con el oriente del país se alzó en armas, ella partió breve tiempo después a la manigua en apoyo a su esposo, Ignacio Mora.

Fue en el marco de la Asamblea de Guáimaro, en abril de 1869, donde Betancourt de Mora, aprovechó para hacer sentir el reclamo de la mujer cubana. Palabras suyas fueron leídas por Ignacio Agramonte, uno de los redactores de la primera Constitución de la República en Armas, y el Mayor General del Ejército Libertador.

Pedía a los legisladores que con el triunfo de la República naciente se le diera el lugar social que le había sido negado a la mujer, esclavizada y marginada a labores del hogar. Sus palabras se le escucharon en reuniones previas a la realización de la primera constituyente de Cuba. Sin embargo, tuvo que salir al exilio donde supo la noticia del asesinato de su esposo.

Tras recorridos por México, Estados Unidos, Jamaica y España, su vida tocó fin precisamente en suelo ibérico, luego que una bronconeumonía le sorprendió en 190, en plena ocupación norteamericana una vez terminada la guerra insurreccional. Sus restos fueron trasladados a Cuba en 1968 gracias a la iniciativa de otra gigante, símbolo para la mujer antillana como lo fue Celia Sánchez.

El conjunto escultórico que colinda con el Museo Municipal de Guáimaro guarda los restos de una de las luchadoras más valientes que se conozca en la historia de Cuba. Una mujer que aunque fuera apresada por las tropas de la metrópoli española no rechazó los principios de su causa revolucionaria.

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