Casi cierra 2024, uno de los años más difíciles de los últimos tiempos. Para los cubanos, un período signado por esta crisis económica sin precedentes, agravada por el bloqueo: casi todo el territorio nacional sin electricidad por déficit de generación, obsolescencia de equipos y daños por fenómenos meteorológicos que, del igual modo, afectaron el fondo habitacional…
La población pinera no estuvo excenta de estas calamidades, más la escasez de comida y de medicamentos; desabastecimiento de productos de primera necesidad y, en fin… «Muy fuerte todo», como decimos al sentir que la situación es díficil….
Con cada minuto, se acerca más el año nuevo. Según el acontecer, 2025 no será mejor. Sin embargo, con las desdichas convive la felicidad en cualquiera de los puntos cardinales del mundo.
Lo digo por lo visto en la Isla de la Juventud estos días de diciembre: no faltaran las fiestas familiares aunque, como bien se sabe, cuestan mucho en términos de sacrificio y ahorros.
En los barrios se respiró el aroma cubanísimo de nuestra gastronomía, la música se escuchó de punta a punta en esta Isla cosmopolita, y no fueron pocos los pineros que estrenaron colores rojo y verde con el brillo especial característico de la ocasión.
En algunos portales de la ciudad resaltaron adornos navideños, cada vez más frecuentes por estas fechas, pero lejos de las posibilidades y gustos de muchos. no obstante, bastó ver algunos para recordarnos que nuestra gente vive, vibra y mantiene ilusiones y esperanzas.
Y es que somos seres especiales, aquí nadie olvida lo que somos. Es imposible que nos roben las esencias ni ese arte «real-maravilloso» de convertir el fin del calendario en punto de partida con el mismo amor, más optimismo y la alegría de siempre.
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