El año 1956 llegaba a su fin y también con su despedida se esfumaban las esperanzas del régimen del presidente Fulgencio Batista de pacificar el país, ante el incremento de las acciones revolucionarias contra su dictadura, instaurada cuatro años antes con el golpe de estado del 10 de marzo de 1952.
Antes, un movimiento popular había obligado a la dictadura a promulgar la amnistía de los sobrevivientes del ataque al Cuartel Moncada del 26 de julio de 1953, quienes encabezados por el joven abogado Fidel Castro guardaban prisión.
Pero el dictador se preparaba para asesinar a los dirigentes revolucionarios en libertad, práctica habitual en sus métodos con los que consolidó su poder, al frustrar los movimientos revolucionarios de la época.
Fidel partió al exilio en México y en una carta explicó la causa de su salida del país: “De viajes como este no se regresa o se regresa con la tiranía descabezada a los pies.”
Ante el inminente retorno del líder a bordo del yate Granma, Frank País precisó a los jefes del movimiento en Santiago las misiones de cada uno de los que habrían de participar en el alzamiento, así la manera en que se daría la señal de iniciar el combate.
Todo estaba preparado. Diciembre tocaba las puertas. Eran noticia una ola de asesinatos en las ciudades y pueblos para terminar con la insurrección en el llano, pero los militares NO sabían que esto representaba la cuenta regresiva de la tiranía.
El alzamiento en Santiago de Cuba tuvo lugar el 30 de noviembre, se realizó en apoyo al desembarco del Yate Granma. El hecho devino comienzo de la lucha guerrillera en la Sierra Maestra, la cual terminaría con el triunfo de la Revolución cubana.
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