No fue solo Oswaldo Guayasamín quien inmortalizó a Fidel en imágenes. El bondadoso indio ecuatoriano reflejó la figura del Quijote Cubano en un seriado de cuadros donde desbordan las manos largas del Hidalgo Caribeño: las manos del Comandante, tan largas que abrazan para siempre y vuelan tan alto como las aves de la memoria. Guayasamín lo hizo con pinceles amorosos. Lo mismo que tantos lo hicieron a través del lente…
Yo no recuerdo cuál fue la fotografía en la que conocí a Fidel. Me figuro, a estas alturas, que debió ser en una tomada en el escenario de la Sierra Maestra, con el Che o con Celia; o de pié en los autos de La Caravana de la Victoria junto a Camilo. Lo vi por primera vez, quizás, sin poses, en una instantánea ante los micrófonos de La Plaza cuando decía que esta “es la Revolución de los Humildes”, o la consigna eterna de “Patria o Muerte”.
Después aprendimos a asociar las fotos de Fidel con los acontecimientos, y entonces fue más fácil calcular su estatura física y moral. Lo supimos en primera línea cuando la invasión mercenaria por playa Girón. Ningún olivo del mundo ha tenido un verde tan singular como el de su uniforme en los días de la Crisis de Octubre, o el que usó para acusar al imperialismo detrás del podio en Naciones Unidas; o el de sus visitas a países hermanos, mientras era aplaudido y venerado por las mayorías.
En la “memoria fotográfica” nunca fue visto un hombre tan ingenioso como el del “Caballero de Birán” con su país a cuestas y la espada al filo de las palabras para discursear sobre las injusticias y desenmascarar a los culpables de la miseria del mundo.
A ras de su madurez, la Revolución y sus hijos vimos en Fidel al jefe que nunca supo de poses, ni percibir el sonido de “los lentes”. Simplemente, miles y miles de ellos fueron contando su vida para dejárnosla, desde su niñez en el Tiempo de Los Cedros, hasta los últimos días cuando ya no usaba el uniforme como vestidura, sino sencilla bufanda verde olivo en franco duelo con el frío…
Luego, en noviembre de hace ocho años, sus imágenes bordearon las carreteras y le negaron el desafío de la muerte. En la Isla de la Juventud está el Líder quijotesco: lo vemos en imágenes de las más de 40 visitas que hizo a la ínsula y, de frente, está para respondernos qué hacer.
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