De la música, en principio, se dice que es el arte de crear y organizar sonidos y silencios… Es difícil concebir el mundo sin ella, en tanto es una de las formas más poderosas de la expresión humana y comunica lo que no podemos hacer con palabras. Quizás por eso, una de las celebraciones que con más justeza “marca” el calendario es “El Día Internacional de la Música”, proclamado para el 22 de noviembre…
Se trata de una jornada para honrar el poder de este arte para unir a las personas más allá de fronteras y diferencias culturales. Se dice que su génesis se remonta al siglo Dos, Antes de Cristo en Roma. En esos predios ocurrió “la ejecución” de Cecilia, una joven virtuosa que tocaba varios instrumentos; y, a contracorriente del Imperio practicaba la religión católica. Ello le costó la vida: La muchacha rechazó la orden de renunciar a su fe y a los acordes de su Arpa… A partir de entonces pasó a la historia como Santa Cecilia, Patrona de los músicos…
Aunque los orígenes datan de mucho tiempo atrás, las primeras celebraciones del Día Internacional del Músico o Día Internacional de la Música tuvieron escenario en Edimburgo, Reino Unido, en 1695. Años después fue ratificado por la UNESCO, acaso por otros acontecimientos relacionados con la historia de la música ocurridos en esta fecha: entre ellos están el natalicio, el 22 de noviembre de 1901, del compositor español Joaquín Rodrigo, autor del “Concierto de Aranjuez”; y fallecimiento, justo siete años después, de Claude-Paul Taffanel, fundador de la escuela francesa de la flauta.
Entre 1919 y 1920, se unieron a la celebración países como Alemania, España y Francia. En América Latina fue Brasil el país pionero en declarar “Fiesta de la Música”, el 22 de noviembre, extendiéndose posteriormente a otros países iberoamericanos.
Existen naciones que acogen la festividad el Primero de Octubre, pero ello ocurre “al margen” de esta historia. En esta, la contamos, fijada para hoy, hay hechos que vinculan a Cuba y sus grandes músicos: Hoy, hace 76 años nació en La Habana quien llegaría a convertirse en el “Caballero del Son”, el hijo de Rosa Sayas, a quien la madre no dudó en llamar Adalberto Cecilio Álvarez Zayas, en honor a “La Patrona”. Todo indica que él nació con la virtud de ser músico y hacer música, mucho más allá del tiempo, mucho más allá de la vida.
Foto de Odalys Mompie
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