Alejarse por un tiempo y regresar a la ciudad de Nueva Gerona reconforta y resulta sugerente. Así lo puede constatar quien recorre el boulevard José Martí por estos días nublados de noviembre; cuando otra vez estamos atentos “al rumbo” que tomarán los vientos y la lluvia que agitan las aguas al Sur de Cuba.
Esas revueltas de la madre natura suelen subir al noroeste, justo donde late la vida en buena parte del país, incluido el territorio pinero.
Aquí está la Isla de la Juventud. Aquí, el Museo Municipal y el parque Guerrillero Heroico, otrora Plaza Isabel Segunda, justo donde se erige la Iglesia Católica «Nuestra Señora de los Dolores» construida en año 1929 y que desafía el paso del tiempo. Y aquí está el boulevard José Martí.
Quien lo recorre encuentra una Nueva Gerona renovada que ha sobrevivido al embate de tempestades y huracanes, con el remozamiento de algunas edificaciones de hermosa arquitectura que enriquece el Paseo por donde anduvo, cautivo y adolescente, quien llegaría a ser el Apóstol de los cubanos.
“Noviembre y sus sorpresas”, escribió la colega Elba Salazar en su perfil de Facebook. Lo hizo sobre un nuevo mapa, con su acostumbrado tono previsor: “Todo dicho sin decir nada”, pensó quizás quien va boulevard arriba y leyó esas palabras en la popular red.
Probablemente recuerde que fue después del ciclón Gustav, en agosto de 2008, que los moradores de la localidad levantaron cuantas columnas derribaron las ráfagas mojadas de agua salada. Y puede que piense en aquellos días de hace más de 20 años, en que se ejecutó el proyecto de soterrar todas las redes hidráulicas, sanitarias, telefónicas y eléctricas de la entonces calle 39.
Aquí están historia y presente: representadas nuestras raíces e igualmente lo más novedoso de la ínsula, ambientado con visos de la Isla del Tesoro, las cuevas del Punta del Este, el período precolombino y la piratería.
En unos mil metros de largo, presentes una arquitectura entre el estilo antiguo en edificios coloniales y urbanidad moderna. Y presentes, en este noviembre, la floresta de jardines bien cuidados, niños que corren tras un balón anaranjado, visitantes sentados en los portales, animados por las cervezas y en espera de saborear la gastronomía pinera.
A la altura del parque de Las Cotorras, termina el recorrido peatonal de mármol y arcilla roja. Atrás queda El Paseo, en el más importante eje económico, cultural y comercial de Nueva Gerona custodiado por la Sierra de las Casas, y la ribera del río con el mismo nombre.
“Hay vida en el boulevard pinero, en contraste con el panorama de años anteriores”, piensa quizás quien termina el recorrido y se dirige a casa a seguir en su cotidianidad y atento “al rumbo” que tomarán los vientos y la lluvia que agitan las aguas al Sur de Cuba.
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